Los chinos compran la General Motors. Que si; que se acaba occidente.

Os tenía advertidos de que esto de la refundación del capitalismo no iba bien. La humillación alcanza niveles insoportables: unos chinos quieren comprar una parte de la General Motors; ¡habrase visto!

Empezamos con la Harley en crisis, seguimos quitando la primera clase en la British Airways y, ahora, no solo quiebra la General Motors, no sólo el gran gobierno tiene que nacionalizarla, sino que unos chinos, insisto, unos chinos, quieren comprar la rama de GM que fabrica Hummer.

Es que cualquiera puede comprar un pedazo de América. Los italianos de la FIAT, que ya tiene coña la cosa, se han quedado con la Chrysler. Ahí tenéis a los pobres americanos, toda la vida preocupados por los rusos y los japoneses y eran los chinos, esos, los de la muralla, el te, y las cosas copiadas la verdadera amenaza

Esos se quedan con los símbolos de América. Ya sólo falta que “pepiño”, el galego, les enseñe a hacer trenes que corran. Esto de la refundación, amigos y amigas no va nada pero que nada bien. ¿Qué hará Él sino le queda nada que mostrar, salvo un helicóptero y su beatífica sonrisa?

Porque, creedme, la cosa simbólica es fundamental. Cuando Nietsche anuncio que dios se moría vino a certificar el fin de una época; si la GM se la llevan unos chinos, pues, mirad eso es casi peor porque los dioses se reinventan pero ¿qué será América sin coches de los que consumen mucho; sin gasolineras en los desiertos y con el personal viajando en los trenes de “pepiño” en lugar de haciendo “la road” como manda la historia? Qué crisis; pero que crisis.

Las firmas americanas no eran sólo marcas; eran símbolos que despertaban pasiones y odios; generaban actitudes y comportamientos. Eran la firmeza de las convecciones patrias que definían la realidad. Los que amáis el branding sabéis que una marca corporativa no es inocente, ni un puñado de colorines, sino una realidad que se construye a diario con los públicos que la hacen suya.

Esa era la diferencia. Los demás no teníamos marcas, ni firmas, eran ellos los que las poseían todas, los que construían cultura a su alrededor. El coche y la carretera generaron la música, el cine, las epopeyas sociales, las migraciones internas. Quien puede, reconozcámoslo, subir a un coche y pensar en chino. Que desastre; la globalización nos ha disuelto definitivamente.


Steinbeck, Kerouac, Dylan, Springsteeen, Cormac McCarthy no hubieran creado pensando en coches chinos. Ni siquiera Travolta hubiera sobrevivido a fabricar un coche chino para llevar a la dulce Olivia. ¿Imagináis a Romeo y Julieta en la muralla china en lugar de la bella Verona? Pues eso les está pasando a los yankees….que ya no son yankees. Cuanta crueldad, cuanta crueldad….

¿Sobrevivirá Él a tanto acontecimiento? Por los dioses, da igual cual de ellos: que la Coca Cola aguante.