Pregunta electoral (VII): ¿ Hay algo bajo la boina?

Boina gris, casi negra, como si fueran vascones “atxapelados”. Pero, que crudo, no es gorra de Guernica sino partículas en suspensión dejadas ahí por doña Ana para tan fausta ocasión.

Os tengo advertidos hace tiempo: huid de la imagen coral porque siempre hay quien te jode la foto. No era muy imaginable, ciertamente, que el jefe de campaña de Rajoy o el fotógrafo no advirtieran tamaña boina. Hecho que ya constituye un excelente indicador de sensibilidad medioambiental. Pero entretenidos y entretenidas en la boina no nos hemos parado a discernir si hay algo debajo.

Animo a mis lectores a analizar el texto gráfico. Observen la ansiedad con la que el grupo prepara para la toma del poder. El señor situado a la derecha de Gallardón (izquierda en la foto) tiene que agarrarse, detenerse a si mismo, para no abalanzarse sobre cualquier sillón ministerial; el señor a la izquierda de Pío se contiene agarrándose las manos a altura testicular, por que los suyos lo valen, faltaría más.

La Señora Santamaría nos ofrece la inefable imagen del pistolero: esas manos escondidas con los pulgares al aire que denotan taimado disimulo y contención. Que ganas tengo de pillaros y pegar un par de tiros, dice doña María Soraya.

Observen los marciales mentones levantados en las esquinas de las primera fila, apenas maquillando la agresividad con alguna risa, con brazos tensos casi en posición de firmes en contraposición a los brazos caídos de cansancio, que narices hacemos aquí se preguntan Rajoy, Pío y Gallardón.

Vean, vean, como Gallardón y Pío buscan con su mirada el punto de convergencia con la mirada de Rajoy, el foco de la cámara, el encuentro del poder, ignorando ambos a las señoras que rodean al prócer. Observen, naturalmente, como se protege doña Ana Mato de ambos machitos, cruzando sus brazos.

Naturalmente, el resto del grupo pasa del asunto; son los invitados a la fiesta: algo nos caerá opinan. Pero sobretodo, observen como ninguno nos enseña las manos, nadie tiene las palmas hacia arriba, ninguno de ellos y ellas se ofrece a echarnos una mano.

No dejen, mis queridos lectores y lectoras que la boina les distraiga, no dediquen su tiempo a imaginar el "skyline" de Madrid tras la contaminación. Son sus cuerpos los que delatan lo que supone la futura dirección de nuestro país. Y lo que sus cuerpos nos avisan es que debemos preocuparnos: demasiada ansiedad; demasiado disimulo; demasiada búsqueda de poder para que nos quedemos tranquilos.

Eso si; ningún gesto de reflexión, de preocupación por lo que hay; ningún rostro de seriedad. Como alguna vez me dijo mi abuela: bajo la boina no hay sesera.