Ara ja tot serà diferent pels catalans: las consecuencias del botellón 'indepe'



28 de septiembre de 2017. ED

Ahora será todo diferente para los catalanes. Xuclà, que cómo es músico amenaza como si hiciera yoga, le ha dedicado a Évole una advertencia nítida: “ya no serás el mejor; ahora será todo diferente”. He aquí la gran cuestión: si haces de periodista con los derechistas españoles, eres el mejor. Si lo haces con los derechistas catalanes, eres un traidor.

Y no olvidan: “será todo diferente”. Ya lo sabe Évole: si no fuera porque Roures paga parte de la fiesta, ya estaría fuera de su trabajo, de su medio y de su tierra. La patria no paga a traidores. Este es el tributo que debe pagarse al nacionalismo elitista, al puto patriotismo de ricos que ha enfangado a todo un pueblo.

Porque no se equivoquen: se es más independentista, cuanto más renta se tiene. Niños, estudiantes, trabajadores son carne de cañón de élites, cosa que en Cataluña han practicado los más ricos con asiduidad, a lo largo de la historia.
El código del populismo solo tiene un sustento filosófico: la banalización de la historia, los principios, la vida y la ley democrática.

Ese es el código asumido por la ira populista de moda: el que no está conmigo está contra mí. Un código del populismo que solo tiene un sustento filosófico: la banalización de la historia, los principios, la vida y la ley democrática. Es por eso que a Colau no le ha costado nada su juego cínico y artero, que solo persigue ser la única delincuente no inhabilitada del procés.

Nada tan indecoroso como la banalización de la historia y los principios. El “nacionalismo divine”, el de los gin tonic en Casa Fuster y las convocatorias por twitter a su mano de obra, llama fascista a todo lo que se mueve; y si se es de izquierda, nazi. (Nazibol, de bochevique nazi, llena las redes).

Por respeto a los que de verdad sufrieron el fascismo, y que saben de que hablan, recordaremos la muerte, la tortura, el fusilamiento, la cárcel y todo eso que, en realidad, desprecian estos revolucionarios de salón que aguantan hasta que les tocan la pela.

La valentía patriótica se lleva mucho en el populismo rampante.  Se basa en despreciar la Constitución y los estatutos, la transición que los hicieron posibles y los partidos que impulsaron las libertades. Incluso las banderas, de las rojas a las señeras y cuatribarradas, que llenaban las viejas manifestaciones, se han convertido en trapos del pasado.

Es muy valiente irse a San Sebastian a tachar la palabra “español”, haciendo dinero con una propaganda de una peli sobre etarras, despreciando a los que asesinaron los terroristas. Se es muy valiente, llevando a los niños a acampar a las escuelas. Se es muy valiente, despreciando el derechismo de caverna como si estos patriotas vivieran alguna suerte de modernidad.

La derecha española es tan de caverna y corrupta como la derecha catalana.

La derecha española es tan de caverna y corrupta como la derecha catalana. Esa que, no nos equivoquemos, ha capitaneado y capitanea un “procés”  que ha crecido triturando a la izquierda y lo progresista y destrozando el movimiento social. Esa que volaba en helicóptero – dirigidos por Trapero, probablemente-, para aprobar recortes y ocultar el “tres per cent”.-

Pero se equivocan si creen que esto afectará a españoles y españolas. Los catalanes y el resto de españoles nos seguiremos llevando como siempre. Unos subiremos a beber el sobrevalorado y caro priorat; los otros bajaran a aprovechar las tapas en los Austrias, mientras cambiamos chistes.

Lo que no será igual, se lo adelanto, serán las relaciones entre la `gent catalana´. Los fetén y los charnegos; los `indepes´ y los federalistas; los del si y los del dejadme en paz. Son las secuelas de toda ´razzia` nacionalista: la fractura social, la marca que estigmatiza. Lo dice la historia que los federalistas llevan años tratando de explicar.

“Ara ja tot será diferent”, le advertía Xuclà a Évole, a modo de amenaza. A confesión de parte, no hace falta la prueba: muchos catalanes volverán al 'silenci`. A ese donde los ricos de Porcioles, el fascista catalán que más duró en un cargo y al que los modernos no han borrado de ninguna parte, por cierto, el que organizaba sardanas y castells, les enviaron durante años. Anem a un llarg silenci social, los botellones nacionalistas siempre han producido ese resultado dramático.