Atención, hay follón en el Burdel

El pianista del Burdel, que de paso es jefe, ha puesto pie en pared. Ha despedido a pianistas de otros burdeles a los que permitía tocar en su negocio. Y ha prohibido a sus músicos pasarse por otros locales similares. 

El caso es que algunos medios han implicado al Presidente del Grupo PRISA en los papeles de Panamá. Bien es cierto que el caballero no aparece en los papeles pero si nos citan a Teresa Aranda o Farshad Zandi no nos damos por enterados o enteradas.

La única forma de que la noticia sea de alcance es acompañar a los citados nombres con la “relevancia social” del personaje, como dicen en la Sexta. En El Diario lo que dicen que esto es lo que sabemos “por ahora”. O sea, paciencia que podemos tener nuevos episodios. 

Los periodistas afectados por el cabreo del prócer han reaccionado, naturalmente, levantando la bandera de la libertad de expresión y la persecución. Al parecer, la visibilidad en medio ajeno es más relevante que la dirección de los asuntos propios. 

Naturalmente, no se encuentran en las hemerotecas quejas muy similares cuando la exclusión afectó a otros u otras; tampoco sobre el uso y abuso de profesionales a bajo precio o cierres algo fraudulentos de medios. Naturalmente, no se ha dado cuenta de algunas cuentas en paraísos fiscales a nombre de sociedades de muy afamados y nuevos editores. 

Para evitar que creamos que todos los periodistas son iguales, los profetas de la ética y sus manuales se revelan, faltaría más, y buscan la culpa del malvado. La cuenta de Panamá debe ser el epítome de la transición, afirma el nuevo periodismo buscando la complicidad del ruidoso entorno. 

Debo decirles que si el caballero no sale en los papeles no me parece bien vincularlo a la noticia. Y si los profesionales de la cosa están preparando el camino mediático a informaciones que no se han publicado “por ahora”, como dice El diario, tampoco me parecería bien ese tratamiento de marketing de la información. 

Por su parte, el jefe del faro y guía de occidente se enerva por cualquier cosa. A uno, fíjense, más que las cuentas a nombre de su ex o su amigo, le preocupa la gestión del medio, el maltratato a las redacciones, profesionales malpagados y malpagadas, deudas financiadas con ventas inexplicables, y esta pequeñas cosas que han derruido un imperio y de las que la profesión no quiere saber.

Pero prestamos atención: hay follón en el burdel. Las cainitas luchas que ustedes conocen en casi todos los medios profesionales serán pequeñas en cuanto se ponga en marcha el lado oscuro de la cultura corporativa que anima la profesión. 

Advertidos y advertidas quedan, no se lo pierdan.