Si no hay vino, no hay cena

Efectivamente, una comida sin vino se llama desayuno. Entiendo, en consecuencia, más la ira de los franceses y la suspensión de la diplomática cena con el Presidente iraní que la servil actitud italiana hacia Rohaini, tapando esculturas.

Ignoro si la diferencia de actitud entre ambos gobiernos se debe a diferencias de políticas de estado o al índice de necesidad de cada cual. El retorno de Irán a los mercados, la legalización del mercado negro de petróleo iraní, le convierte en un socio comercial aprovechable, algún éxito tenía que presentar el Premio Nobel Obama antes de irse.

Pero es lo que hay: el campeón mundial de las condenas a muerte no quiere ser fotografiado, según el responsable de la cultura italiana, al lado de esculturas  desnudas. Su imagen se deterioraría en un país donde la iconoclastia sexofóbica es ley, en vísperas electorales.

No se trata solo de ser servil con un invitado poderoso, un episodio que ha ridiculizado a Italia, tiene que ver con la relación que los seres humanos tenemos con las imágenes. El poder se construye con imágenes o contra ellas. 

No; la actitud italiana no le hace mucho favor a las mujeres iranís que se juegan la vida por legalizar su imagen. Tampoco tiene que ver con respeto a la cultura iraní: hasta 1979, la cultura iraní esta llena de esculturas, mosaicos y vidrios con desnudos,

El episodio se refiere a la voluntad de los integristas de hacer inofensivas, estériles, las imágenes, ponerlas a su servicio. El problema de la actitud italiana es que lanza un mensaje peligroso: acreditan la idea de que cuando las imágenes son peligrosas para una carrera política es preciso encerrarlas, como se hace con los disidentes o con la oposición.

No es cuestión religiosa; es cuestión de ceder poder político ante invitados, por otro lado insaciables. Los más ortodoxos de IRAN han denunciado que el Presidente del Gobierno italiano haya utilizado la estatua de Marco Aurelio para recibir al iraní. Un emperador, como se sabe, que derrotó a los persas, hasta ahí podíamos llegar.

Es por ello preferible la suspensión de la cena francesa, y la defensa del vino, que la cesión a Rohani. 

El poeta iraní Omar Khayyam sabía que somos vino, diga lo que digan los imanes de las narices: “Bebedor, jarro inmenso, ignoro quien te formó, sólo sé que eres capaz de contener tres medidas de vino” .