Cuaderno de campaña (y XV): Reflexionando, hay otra izquierda a la que votar.

Lo declaró, en Mayo, Alberto Garzón para justificar que negaba su voto a Luis García Montero y su propio partido, en una de las traiciones mas arteras que recuerda la política madrileña. Es tiempo, pues, de recordarle a Garzón lo atinado de su aserto: “hay otra izquierda a la que votar”.

Valdría para negar mi voto la traición de este pequeño napoleón. Pero es que, además, se hace acompañar de un programa atrabiliario (nacionalizaciones y funcionarización del personal desempleado) y de una agenda política (república y anticapitalismo) que niega el enfoque a lo relevante: la necesidad de políticas que superen la austeridad letal a la que nos han condenado. Por otra parte, para votar rogadores de favores a Podemos, casi vota uno el original.

Cosa que no haré porque los nuevos, de izquierdas, derechas y transversales,  a pesar de haber trufado su programa de toques socialdemócratas, también han sustituido las políticas de empleo y trabajo por una suerte de seguidismo y asistencialismo de clase media que, a veces, da un poco de miedo.

También, han dejado claro estos últimos días de campaña que su agenda es, simplemente, un periodo de inestabilidad, una legislatura corta, que les permita en elecciones próximas, sustituir el bipartidismo por otro bipartidismo. Por otro lado, veo mucha radicalidad periférica acompañando a unos y jaleando a otros.

Así pues, me veo en la obligación de reflexionar, habiendo perdido el voto de toda mi vida (con la excepción de una ocasión), hecho desaparecer por un grupo de interés que ha decidido buscar nueva máscara electoral en una unidad popular que ni es unidad, ni es popular. Además, dicho sea de paso, de llevar más de treinta años enmascarado y apropiarse de siglas que merecerían mejor trato.

Y reflexiono, reflexiono. Quiero decir que, desaparecidas del tablero las viejas banderas rotas, habrá que buscar en el mercado electoral los restos de algún tenue hilo colorado que se oponga a la derecha, mantenga mi querida presión fiscal, no maltrate la constitución y dedique el tiempo a orientar gobiernos en lugar de buscar estrategias de recambio o invertir en simple irrelevancia.

Si; lo sé; seré probablemente engañado, habré de votar con nariz tapada y deberé aprestarme a que me recuerden Ustedes con frecuencia que puse mi voto en el viejo cambio. Pero que quieren que les diga; será mi forma de protestar contra los nuevos que no son nuevos y los viejos que son más viejos y más sectarios.

Al fin y al cabo, ya lo dijo Garzón: hay otra izquierda a la que votar.