Cuaderno de campaña (VI): los que ganaron, el que perdió y la irrelevancia.

El espectáculo debe continuar. Concluido el evento, que ni fue de gran debate ni decisivo, ha sido declarado el debate sobre el debate. El asunto, que quieren que les diga, tiró a aburrido. Solo adquirió interés si se contabilizan las morcillas erróneas de Pablo Iglesias, cuando abofeteaban a Soraya o se peleaban los caballeros. Ideas, las justas.

El debate confirmó la sobrevaloración de algunos periodistas. Ella, empeñada en ser la reina del evento a la que le faltó pedir un minuto final. Él, empeñado en ser el sabio porque su pregunta era lo único importante. Ambos, portavoces populares de la sabiduría.

Hay que dictaminar quien ganó; solo así el acontecimiento parecerá decisivo. Y, como interesa a los organizadores, a los medios muñidores de candidaturas y al poder, se dictamina que ha perdido el socialista. Que es cierto que anda perdido, pero no más que el vociferante Iglesias, el vacuo Rivera o la sustituta del que realmente perdió por ausencia.

El problema del dictamen es que peca de soberbia. El tal Iglesias ya ve, gracias a él, “fuera de la carrera” a Sánchez; cosa que le agrada más que descarrilar a Rajoy, al parecer. Rivera afirma que lo del “salvar al soldado Sánchez” ya no es necesario. El ausente dictamina igualmente la derrota socialista.

Quizá  convenga pedir paciencia no tanto por si se salva el socialista como por si descubren que el debate, convertido en mitin, solo ha convencido a los propios y al espejo. Cuando la ideología eres tu mismo no es que seas de derechas es que, además, yerras cual narciso.

Eso si, agradezcámosle a los medios organizadores de debates la irrelevancia de algunos y sintamos como propia la traición de algún otro a la relevancia. No se si habrán observado Ustedes, hablando de los primeros, que a nadie le preocupan los nacionalistas. Se nos da una higa, por primera vez en nuestra democracia, con quien están dispuestos a aliarse.

También notarán que un candidato con exceso de soberbia ha conseguido que, en campaña, las ideas de izquierda hayan desaparecido. Andan contentos los de la Unidad Popular, que ni es unidad ni es popular, porque un tuit de su profeta fue retuiteado tantas veces que con esos retuiteos…no conseguiría ni un cuarto de escaño.

Ah, las redes, tan necesarias para el espectáculo y para falsear el debate y sus resultados como han denunciado los de Anonimous y los que en esos sitios echan las cuentas.

Pero las redes y la irrelevancia tampoco son del todo condenables. Podemos conocer las sandeces proferidas por quienes, afortunadamente, no están en campaña.

¿Quieren tonterías para hoy? Les dejo dos: Monedero declara que el partido que usó para esconder sus rentas fiscales es una “maquina del amor”. La portavoz de la CUP que, los dioses seas loados, no concurre a esto ha declarado que “bajo la opresión española vivimos una vida que no vale la pena ser vivida”.

De ambos gilis cabe afirmar que la irrelevancia, a veces, es saludable.