Septiembre, cuanto ruido

De vuelta, y en qué jornada. Aquí está el mes donde se vuelve, cosa que es normal, y habla, que ya es peor. Con lo hermoso que es el silencio oiga y, sin embargo, todo el mundo se siente en la obligación de decirnos la suya y darnos el mes. Qué suerte la de los romanos, cuando septiembre era el mes siete y parecía como Julio.

Pues aquí estamos, ya les digo. Tendremos más sobre Grecia, tendremos soberanismo hasta en la sopa, tendremos precampaña de las generales y, por supuesto, a los agitadores de la unidad popular, popularísima, vendiendo la moto, al parecer por provincias, para cargarse a las respectivas izquierdas políticas. De todo, en el mercado.

Así pues, sabremos si Tsipras es un traidor (como al parecer somos la mayoría de  nosotros y nosotras) y se desea que los griegos se salgan del euro (gracias a la unidad popular popularísima, la griega naturalmente). También sabremos si vamos a hacernos fotos “Syriza, Podemos, venceremos” ya saben Ustedes, a costa del sufrimiento de los griegos.

Nadie nos ahorrará ver a Garzón buscar adecuada provincia en la que ubicar escaño propio mientras a sus colegas les dan un golpecito de confluencia hacia el encefalograma plano.

Mientras, Manola Carmena disolverá partidos políticos (casta y antigualla que solo sirven para llevarla al poder), hasta que solo quede uno, claro. Felipe Alcaraz, el comunista andaluz más exitoso del comunismo occidental, como todo el mundo sabe, seguirá de insultante vigía del que disienta, especialmente por ver si le cabe alguna inacabada expulsión retroactiva, generosos poetas incluidos.

Prepárense, adicionalmente, para un ataque de soberanismo. Ahora ya sabemos cual era el problema: los extremeños reducían el tres por ciento: intolerable. Catalunya necesita la independencia porque las comisiones son, faltaría más, para el que se las trabaja.

No aspiren a entender nada: allí los de izquierda defienden a los de derechas y corruptos, porque son de la cosa patria; y los de derechas convocan a los de izquierda por similares razones patrióticas. Errejón camina como alma en pena de soberanista los lunes y de pasota los martes, porque él siempre ha estado por el derecho a decidir, pero sin decidir hasta que toque, que toca cuando el patrón de Podemos diga.

Los que no son patriotas de la cosa no dejarán de decir tontunas de esas que epatan: un día quitamos competencias, otro policías y al siguiente inmigrantes. Cosa de limpieza de soberanismo.

Rajoy (y sus correspondientes mochilas judiciales) nos alertarán sobre los riesgos de este Sánchez lanzado en brazos de radicales mientras el Sánchez, a los suyo, pasea halo por el universo, por si los extremismos de unos y las tonterías de otros le regalan un triunfito moderado.

¿Y nosotros y nosotras? Pues, oiga, tenemos cosas que hacer. Probablemente, dejó una tarea inacabada en julio o, a lo peor, tiene Usted que buscar tarea. Los libros de los críos están carísimos y las guarderías más; del material escolar y elegir las extraescolares ni hablamos. Yo voy a volver a ser abuelo, así que estoy liado. 

O sea, que casi estoy por pasar de tanto ruido.