Aquel municipalismo de alianza, bienestar y casta ( faltaría más)

Recuerdo donde estaba el 4 de Abril de 1979, a medio día: comiendo en una gasolinera en las proximidades de Niza. Habíamos hecho una campaña como auténticos activistas, votado por correo y, el día de reflexión, subido a un autobús para compartir con nuestros compañeros de facultad nuestro italiano viaje de final de carrera.

A la hora de la comida, hicimos la llamada a España (no había móvil ni guasap). Supimos de las noticias y las brindamos con un vino más caro de lo que nuestros monederos podían financiar. Pero es lo que había: las izquierdas (en plural, muy plural) habíamos ganado las municipales. Compartíamos mesa socialistas, comunistas, gentes del Partido del Trabajo. A ninguno se nos pasó por la cabeza que no gobernaríamos ni buscamos atrabiliarias condiciones; de hecho, nos pusimos a especular con el reparto.

¿Por qué aquellos críos de la época no teníamos dudas? Porque la izquierda de entonces tenía política de alianzas. Fue más tarde, cuando un montón de gente, mayormente andaluza, que se había fumigado a más de medio partido, nos informó de que la derrota del 83 y las siguientes no procederían de sus desmanes orgánicos sino de nuestros ilusionantes e ilusionados pactos.

Se condenó, desde entonces, a la izquierda a carecer de política de alianzas; se canceló la vieja idea republicana de competir para luego colaborar y se condenó a un montón de generaciones a no aprender a gobernar y solo a predicar.  Lo que contribuyó a reforzar el bipartidismo notablemente y al peligroso discurso de que todos, si no gobernaban los buenos con mayoría absoluta y en algún sitio andaluz, fuera se era sospechoso de venderse al sillón, eran la misma mierda.

Son los mismos que, incapaces de gobernar en toda su vida, cercenaron el gobierno de Valderas en Andalucía. Los mismos, disfrazados de jóvenes ambiciosos, que enviaron al pozo a Maillo. Esos mismos que han trabajado contra Luis García Montero, no fuera que gobernará la izquierda en Madrid.

Y sin embargo, alianza de izquierdas significó, correlato políticao de la concertación social también hoy denostada, estado de bienestar

El municipalismo democrático de la transición, que escándalo, construyó el mínimo estado de bienestar que España vivió hasta que, mas tarde, una izquierda moderada (y de casta), con la izquierda transformadora en la irrelevancia, porque no se podía pactar con la misma mierda, construyó eso que hoy se defiende como paradigma de la modernidad: escuela, salud pública y pensiones.

Y todo empezó en el municipalizamos democrático. Porque resulta que a pesar de la crisis fiscal de España en el 79 (la única diferencia con la crisis de ahora es que se podía devaluar) y a pesar de las limitaciones a la evolución del gasto público (Pactos de la Moncloa), un montón de gestores sabían lo que los tertulianos radicales de hoy ignoran: a nivel local, el margen keynesiano es bastante notable, si te atreves con los impuestos.

No necesitamos dejar de cumplir la ley. Necesitamos una alianza que haga bienestar. Tampoco necesitamos que los de la casta se conviertan en majetes; al fin y al cabo, la mayoría. ciudadana, no confundir con jóvenes ambiciosos sin discurso que no quieren bienestar hasta que ellos sean diputados, no hemos condenado a casi nadie,

El cuatro de abril de 1979, en una gasolinera cerca de Niza, un grupo de chavales y chavalas soñamos un país que tiró palante; sabíamos quienes eran de los nuestros y, sobre todo, se nos daba una higa quien debía hacerse la foto electoral en las próximas generales. Creíamos en la Ciudad, no en el postureo.

Hoy, como domina el postureo, el autoritarismo de las jóvenes ambiciones sin discurso y, en el museo de la izquierda, la luminaria heredera de los que nunca quisieron gobernar, no sabemos quien y donde gobernará el sábado. Eso si, sabemos que, gracias a ello  en casi ningún sitio se espera a la izquierda de verdad verdadera que, gracias a jóvenes ambiciones sin discurso, luminarias y barreneros, no concurre.