¡Qué se jodan! Manual de ética. (III) Prietas las filas.



Tras asistir a los últimos ejercicios espirituales, la Señora Pilar Farjas ha anunciado a una Asociación que la borrará del oportuno registro si siguen criticando al Gobierno. Tras asistir a su última farra juvenil, que ya no tiene edad para muchas más, el Señor Urosa informa a los funcionarios y funcionarias que no les compete criticar.

La ética expresada en el exabrupto de la diputada tiene un evidente corolario: privar de la condición de ciudadano o ciudadana a la mayoría. O sea, disciplina; porque sin disciplina no se puede joder a la mayoría como es evidente.

Como ye hemos señalado en entregas anteriores, la ética del egoísmo no solo se basa en la apropiación de los público sino, igualmente, en que esa apropiación sea patrimonio de una minoría. Que habrá quien se rebele, seguro.

En consecuencia, estos talibanes del egoísmo y la venganza habrán de convocar a apretar filas no solo a sus conmilitones sino, especialmente, a quienes sirven al estado que deberán pasar a servir a los directivos y  deberán hacerlo no con profesionalidad y neutralidad sino con devoción, a ver si lo entendemos de una vez por todas.

Así, por epístola, dos carguitos de nada cuya función real se desconoce, suspenden la condición de ciudadano o ciudadana a quienes integran asociaciones o sirven al estado.

La nueva ética viene a resucitar a aquellos “animales de cresta roja que después de confesar y comulgar atacan al hombre”.  O sea, fanáticos del ordeno y mando cuya función es poner disciplina en aquellos a los que la puta pija diputada y su pandilla han jodido.

El ¡Qué se jodan! destila una ética autoritaria que prescribe las leyes y normas de conducta a funcionarios, movimiento asociativo y ciudadanía, privando de autonomía a todos ellos. Al final, el hálito de franquismo en el Señor Urosa y la Señora Farjas no es sino pura, simple y escandalosa corrupción. Porque corrupción es negar el activismo y la opinión política a ciudadanos y ciudadanas, base de cualquier cultura democrática.

Estos personajes arrastran una notable joroba moral, una mochila de venganza sobre la opinión pública que tiñen de libertad de elección como coartada de las más miserable de las carencias éticas: la total ausencia de empatía.

Arrasar el derecho de los jodidos a expresar su resistencia es el mas corrupto de los fascismos. Responde a la concepción más corporativista del estado. No es simple autoritarismo; la opinión política es, simplemente, el espacio donde se realiza la condición humana; privar al personal de ese espacio es reducirle a la condición de mero esclavo.

¡Qué se jodan! practican Urosa y Farjas con menos ruido pero más entusiasmo de requeté que la propia puta pija diputada.