El cura de Arganda

Ese que se hizo construir una casa de más de 120 metros, eso si dentro de la iglesia nueva para no pagar IBI. Ese que no paga impuestos pero cobra subvenciones. Ese que no ha pagado ni un euro de lo que el Ayuntamiento gastó en la visita papal. Ese que mantiene en el atrio de la iglesia un monumento franquista que exalta la guerra civil.

Ese cura que no paga impuestos, que no cumple la ley y que recibe subvenciones y ayudas con los impuestos que yo pago, ha leído esta mañana un documento homófobo y que acusa a instituciones civiles de perseguir al Arzobispo de Alcalá.

Ese cura que no vacila en interrumpir comunión, boda o bautizo para lanzar su rancia soflama e insultar a media Ciudad. Ese cura que tolera que su Arzobispo de cobijo a un maltratador pero envía a los homosexuales a clínicas de terapia, como si de una adicción se tratara.

Ese cura que no vacila en faltarle el respeto a media ciudad, insultar a los que no se ciñen a la doctrina católica o a quienes legítimamente afirmamos que la homofobia, que la persecución de los homosexuales, es un delito. Ese cura que mantiene anticonstitucionales monumentos que hablan de guerra y sangre y se atreve a dar lecciones de moral y ética.

Ese cura que aprovecha la privacidad del claustro y del salón de rezo para proponer terapias para los homosexuales pero no dice una palabra de la difícil situación que vive la Ciudad. Ese cura que habla de lobbies que persiguen al Arzobispo y que ejerce intolerables presiones sobre las autoridades de la Ciudad para que se limite el derecho a la educación pública y laica.

Tentado estoy de proponer a sus seguidores que estudien otras alternativas al pastoreo de tan lamentable personaje.

Pueden recurrir al Maestro Fatajo, chamán africano o al profesor Bamba. Afirman en su publicidad que “trabaja(n) a distancia o “posee(n) los espíritus mágicos más rápidos que existen”. También disponemos en la Ciudad de sesiones de espiritualidad oriental que, además, ofrecen un aperitivo, eso sí vegetariano. Disponemos de diversas iglesias ortodoxas y demás ofertas del mercado espiritual. En ninguna de ellas se interrumpen las comuniones con soflamas homófobas o contra los partidos políticos.

Como casi todos los españoles de mi edad he tenido contacto con religiosos y durante una parte de mi vida he sido educado por ellos. Guardo grato y respetuoso recuerdo de los salesianos que me cuidaron por años. Respeto a aquellos curas que ayudaban en casa cuando las coas iban mal; que se ocupaban de buscar trabajo a quienes lo perdían; que no solo no tenían símbolos fascistas – cuando no tenerlos era un peligro- sino que ofrecían su iglesia a asambleas de trabajadores. Que no hablaban de terapias sino de justicia.

Esos curas no eran como este cura de Arganda que más parece pelín hijoputa.