Se busca policía fiscal para intervención permanente.

¿Por qué lo llaman fiscal si es austeridad? ¿Por qué lo llaman pacto si es merkelazo?

La Cumbre europea ha acordado una gigantesca trasferencia de renta desde lo público (nuestros impuestos sobre la renta y el consumo) a lo privado (el sector financiero). Se ha acordado, en realidad, que los recursos públicos se pongan a disposición de la capitalización privada mientras se abandona la economía real y el estado de bienestar a su suerte.

Por mucho que insistamos en que lo público no ha sido la causa de la crisis (hasta hace dos días en España, por un poner, teníamos superávit) sino el sector privado y el modelo de financiación de la burbuja inmobiliaria, Alemania impone su doctrina: esto es, jorobar lo público, para que lo privado tampoco se recupere. La suave disposición del BCE a poner algún eurillo más no significa nada: el dinero es para que la banca vaya tapando sus agujeros.

Insaciables, los mercados ya apuntan que los fondos puestos a disposición podrían no ser suficientes porque el retorno a Europa de los capitales exige mas chicha. Digámoslo de otro modo: con rentabilidades en el fondo del mar, salvo si hay crisis de deuda soberana, el dinero prefiere irse a otros sitios donde les remuneren adecuadamente.

Los eurolíderes que ya han fastidiado el presente de los europeos parecen dispuesto a jorobar el futuro de la próxima generación continental a través de una chapuza más.

La pela de la crisis la mandará el Banco Central al FMI, como ya escribí la semana pasada. O sea, pérdida de soberanía política y traspaso de la gestión de la crisis. Recursos los justitos para financiar a Italia, al fin y al cabo al nuevo jefe lo han puesto ellos, y ya veremos como se porta Mariano.

La “regla de oro” , neolengua para referirse al déficit cero no es fiscal, es simple austeridad destructiva. Un pacto de verdad fiscal debiera haber incluido la forma de financiación común (impuestos, eurobonos, etcétera). De lo que se trata es de que estaremos intervenidos permanentemente a través de unos policías fiscales, en forma de tribunales, que vigilarán que las soberanías populares no se desmanden, faltaría más.

Austeridad es lo que conocerán las próximas generaciones, alargamiento de la crisis es lo que conoceremos nosotros y presiones sobre las cuentas públicas lo que seguiremos sufriendo. Resultado: trasvase de rentas y creciente pérdida de cohesión.

Los bancos, también los excelentemente regulados españoles, pretendiendo mejorar su rentabilidad se fueron de burbujas y se dedicaron a alejar nuestros ahorros de la actividad productiva para pasarlos a la especulación. O sea que se fueron al casino y perdieron el capital. Como escribí aquí hace tiempo, ellos eran imbéciles pero el dinero era nuestro. Dinero que pondremos por segunda vez mientras los fondos de inversión ganan, también, por segunda vez.

Las tres velocidades europeas ya están en marcha. La capacidad de los ingleses para hacer amigos ha quedado nuevamente constrastada, aunque su origen – la defensa de la libra – me parece algo provinciana y arrojará, a la larga y a la corta, severos costes de austeridad para la mayoría de su población.

Pero que importa. Los gloriosos líderes aman los símbolos (la libra, la estabilidad, los Bancos) y odian a los pueblos. Los pueblos no adoran a sus líderes, los sobreviven.