Ofensiva general contra el bienestar o que la realidad no te estropee tu política

La gente del común, incluidos los que alguna vez creímos entender algo de economía, nos hacemos una pregunta sencilla: ¿Si el problema son las recaídas del crecimiento y la falta de liquidez, por qué se insiste en el recorte y la retirada de dinero? Hay una razón evidente, dirán mis lectores si es que aún no les he aburrido a todos: hay que guardar la pela para los bancos.

Aceptemos el asunto por un momento y hagámonos entonces la siguiente pregunta: ¿Si el problema es su liquidez, igual que el de la economía, por qué dedicamos dinero a capital y no a liquidez, a garantizar que puedan acceder a su refinanciación y así volver al negocio del crédito?

Sólo hay una respuesta: o un mal diagnóstico de los políticos o, simplemente, política del aprovechamiento.

Allí a principios de los ochenta, en lo que los ingleses llaman “el invierno de nuestro descontento” (les encanta citar a Shakespeare), la Thatcher arrasó los derechos sindicales y de los trabajadores, convirtió las periferias de las ciudades en museos industriales y aprovecho la crisis para destrozar la fiscalidad y el sector público. Resultados económicos más bien escasos. Eso si, ante la perplejidad de la izquierda, derrotada por los propios trabajadores que habían abandonado a los laboristas y su política de represión.

Con más discreción, y con el pretexto de la introducción tecnológica o la eficiencia energética, la ola conservadora europea realizó movimientos similares pero no pudo atacar lo que deseaba: el estado del bienestar y los pactos sociales subyacentes.

Pues bien, amigos y amigas, han vuelto, si es que alguna vez se fueron. Fantasmas recorren Europa: el de decenas de economistas reaccionarios, y todos difuntos, convertidos en profetas del ajuste y la modernización estructural. Aquí estamos; que la realidad no te arruine tu política, gritan los conservadores a quienes da lo mismo cerrar un gobierno (Estados Unidos), que una escuela ( Aguirre) o un pedazo de Europa (Merkel)

Todas las conquistas sociales que recordéis son antiguallas. Despreciadas por los propios socialistas, medidas de beneficios y servicios sociales son tachadas de rémora y el mercado es "librado" de toda restricción. Los derechos democráticos, incluidos los constitucionales, se cercenan con dureza.

Una ofensiva general se ha desatado ante el desestimiento del incompetente liderazgo político europeo que ni si quiera ha sido capaz de defender una cuota de influencia para el futuro. Ofensiva contra el pacto social que dio origen al estado del bienestar iniciada o con la complicidad de algunos de sus fundadores. Los socialistas de la penúltima vía se entregan a la profecía del ajuste ofreciendo en sacrificio una o dos generaciones enteras de trabajadores.

El diagnóstico económico no tiene nada que ver con la realidad. Es puramente político: la mayor transferencia de renta y de derechos que ha conocido el capitalismo desde sus orígenes se ha producido ante el desconcierto y la dimisión de la izquierda y un desorientado movimiento social, mas interesado en buscar enemigos que conflictos.

Como no tenemos Shakespeare a quien citar, anunciemos al menos nuestro descontento mientras nos preparamos para la segunda ola de recortes (la banca ya los ha pedido y debemos salvar a nuestros banqueros).