Qué es más cómico...

Las rogativas de Rouco para que a Benedicto no le agobie el calor o que una agencia de calificación le rebaje la nota a los Estados Unidos. No es una pregunta menor; de estos dos chistes se alimenta el debate político en los últimos días.

Lo de los rezos de Rouco para que Agosto no se porte como Agosto tiene gracia pero que una agencia, a la que no se le conoce haber acertado ni una sola crisis, se ponga chulita para que los tipos americanos del bono a diez años anden el dos y pico (en España andamos alrededor del cinco) parece una tontería de tomo y lomo, capricho, seguramente, de alguno de los idiotas especializados de los que he hablado en alguna ocasión.

Pues nada, de comicidades como esta se llena este peregrino mundo y se mueven las grandes ideas y debates diarios.

El calor de Benedicto es, para el Cardenal, más relevante que el derroche material y demás absurdos de la visita, como el cierre de Madrid, para disfrute exclusivo de peregrinos

Para la agencia, las sandeces del Tea Party parecen ser más importantes que la propia crisis o el hecho objetivo de que la deuda americana se arregla con una guerra menos y un retoque fiscal que ponga los impuestos como los dejó Clinton, una barbaridad como todo el mundo sabe.

No es menos risible que el Premio Nobel preventivo de la Paz atribuya a las turbulencias de la deuda española sus dificultades con los mercados en lugar de ver que las medidas anti crisis que viene practicando no han dado, oh sorpresa, resultados.

Lo cómico, es que nos perdamos en estos rodeos mientras cada mañana el mundo parece dispuesto a derrumbarse. Justo en ese momento el liderazgo necesario se convierte en malas copias de Gila para contarnos el chiste del día mientras se repiten las políticas que ya han fracasado.

Póngase el lector a pensar si nos apuntamos a lo cómico de culpar de la fortuna impía a cualquier tontuna que se nos ocurra o rebelarse contra un mar de desdichas. O sea, que se ponga Benedicto en Bermudas y deje Rouco de tocarnos las narices.