Nacionalistas, habitualmente comedidos, amenazan con la secesión; derechistas de toda la vida, al modo alemán, proponen impuestos a la banca; izquierdistas al modo “pepiño” le meten mano a la bolsa de trabajadores y pensionistas. La crisis conturba el seso de los líderes, esa es la maniobra del capitalismo desregulado, casi estoy yo convencido.
El manifiesto columnista esta firmado por sesenta y dos opinantes. Resulta, según tanta sesuda opinión acumulada, que los catalanes de a pié convocarán a secesión si el constitucional no da paso al Estatuto. Pues nada; haciendo favores a la derecha que es lo que se lleva ahora. Curioso que tal afirmación proceda de la cuna del nacionalismo pactista y negociador, porque suaves son las formas del comercio, lanzado ahora al exceso retórico y político.
Misma senda emprendida por los derechistas alemanes, salvadores de la patria monetaria, policías de la estabilidad continental y profetas, ahora, de la regulación, empeñados en hacer pasar a la banca por las tasas e impuestos que la izquierda de la penúltima vía ha negado.
Y, así, todo es tan excesivo como inútil. Ruido que no se convierte en nueces, ni en política ni en soluciones. De exceso en exceso hasta que se nos ocurra la tontuna final que, naturalmente, no tendrá nada que ver con las preocupaciones de la gente, sus necesidades o sus prioridades.
Uno que cree que habría que imponer tasa a bancos y capitales; que cree que el Estatuto está funcionando sin que se rompa nada y que hay decenas de políticas fiscales que aplicar antes que provocar la recesión o la depresión de miles de gentes, desearía ver a la izquierda en los gobiernos defender y proponer lo que toca.
Pero claro es que no estoy al loro y lo suyo es que el tripartito camine entre mociones contra el constitucional y comisiones de investigación mientras Convergencia se prepara para barrer. Lo suyo es que el gobierno apueste por la recesión y convenga discursos y políticas contra negociación colectiva, pactos y todas esas zarandajas por las que llevamos décadas currando. Lo suyo es hacerle el trabajo a la derechas, para luego descubrir que han ganado.
Un manifiesto columnista contra la derecha, “pa” asustar y dar miedo, por favor: a ver si convencéis a alguien.
El manifiesto columnista esta firmado por sesenta y dos opinantes. Resulta, según tanta sesuda opinión acumulada, que los catalanes de a pié convocarán a secesión si el constitucional no da paso al Estatuto. Pues nada; haciendo favores a la derecha que es lo que se lleva ahora. Curioso que tal afirmación proceda de la cuna del nacionalismo pactista y negociador, porque suaves son las formas del comercio, lanzado ahora al exceso retórico y político.
Misma senda emprendida por los derechistas alemanes, salvadores de la patria monetaria, policías de la estabilidad continental y profetas, ahora, de la regulación, empeñados en hacer pasar a la banca por las tasas e impuestos que la izquierda de la penúltima vía ha negado.
Y, así, todo es tan excesivo como inútil. Ruido que no se convierte en nueces, ni en política ni en soluciones. De exceso en exceso hasta que se nos ocurra la tontuna final que, naturalmente, no tendrá nada que ver con las preocupaciones de la gente, sus necesidades o sus prioridades.
Uno que cree que habría que imponer tasa a bancos y capitales; que cree que el Estatuto está funcionando sin que se rompa nada y que hay decenas de políticas fiscales que aplicar antes que provocar la recesión o la depresión de miles de gentes, desearía ver a la izquierda en los gobiernos defender y proponer lo que toca.
Pero claro es que no estoy al loro y lo suyo es que el tripartito camine entre mociones contra el constitucional y comisiones de investigación mientras Convergencia se prepara para barrer. Lo suyo es que el gobierno apueste por la recesión y convenga discursos y políticas contra negociación colectiva, pactos y todas esas zarandajas por las que llevamos décadas currando. Lo suyo es hacerle el trabajo a la derechas, para luego descubrir que han ganado.
Un manifiesto columnista contra la derecha, “pa” asustar y dar miedo, por favor: a ver si convencéis a alguien.