El año que alicatamos las cuevas de Ali Babá

He vuelto de vacaciones justo a tiempo de acabar con mi pereza bloguera navideña, que nos afecta a unos cuantos, y de celebrar el último día útil del año con las personas verdaderamente importantes: o sea, mi gestor, mi notario y mi banquero. Mi gestor, como todos, es un agente secreto de Hacienda; el notario es un rentista del siglo XVI que cobra por poner el nombre; el banquero…no puedo hablar del banquero porque me lo ha prohibido mi cardiologo.

Los tres se han puesto de acuerdo en que siendo el último día del año tenían que redondear la faena; es decir: los dos primeros me han sacado la pasta y el tercero, como siempre, me ha dicho que no puede darme pelas. Eso si: los tres han estado simpatiquísimos de la muerte. Y me ha dado por pensar en el año que fue.

Todos los años se recuerdan por alguna fastuosa efeméride; hay años famosos por que el ser humano holló tierra incógnita o planeta lejano; porque un prócer cambió el mundo o algún poeta fue alumbrado por las musas. Hay años famosos porque nació alguna de nuestras hijas o, incluso, nos casamos. ¿Por qué será famoso el 2009, de facto concluido?

Evidente respuesta: ha sido el año que alicatamos la cuevas de Ali Babá.

Porque siendo, como lo somos, a carta cabal, españoles solidarios, comprometidos progresistas y, faltaría más, alineados con el cambio planetario que adviene (lo anunció Leire: faltan 24 horas) no podíamos sino adoptar patriótica medida: poner nuestros dineros, impuestos y déficit fiscal de los próximos diez años al servicio de la Banca y las Cajas de Ahorro.

¿Qué han hecho tan sensibles instituciones, pilares de la democracia y garantes de nuestro futuro?: pagar alguna de sus deudas, naturalmente. Que de las nuestras nos debemos ocupar los patriotas o ser embargados, como manda la ley divina. Naturalmente, la cosa no ha acabado y ya la Ministra de la cosa ha pedido a las Cajas que usen las pelas en arreglar lo suyo, faltaría más.

Hay países donde los bancos ya han devuelto las ayudas públicas; les han subido los impuestos a los ingresos de los banqueros, han nacionalizado a cambio de las pelas públicas; han obligado a convertir en crédito las ayudas. Pero esas, naturalmente, son economías con peor regulador que la nuestra, sociedades poco patriotas y menos solidarias, porque lo que de verdad ayuda a los pobres, a las pequeñas empresas, a los autónomos es que la banca se lleve la pela.

Corre el rumor, aún no desmentido, de que Bancos y Cajas han deseado a sus clientes un feliz 2011 (yo estaba de vacaciones y aún no he abierto el correo). Es que según los banqueros, en el 2010 no van a dar créditos a nadie, que todavía tienen que pagar sus cosas. O sea, eso si, que nos subirán las comisiones; los impuestos; los intereses de hipotecas o impagados: es decir, todas esas cosas que nos convierten en patriotas y nos van a dejar las cuevas de Ali Babá alicatadas hasta el techo, monísimas, monísimas.

O sea que los españolitos, enormes, bajitos,.., por una vez hacemos algo al unísono: acordarnos de la madre ( o padre, que no quiero que la Aído se me enoje) que los parió