El Defensor del Pueblo y las autoridades militarmente competentes.

Escribe Pujol lo que todos sabíamos: que Mújica ha sido siempre un enredador poco de fiar. Ya pensé yo cuando se pronunció sobre la autoridad y la educación que nadie mejor para subirse a las tarimas de la “ESPE” que una de las autoridades militares competentes con los que siempre coqueteó del Defensor del Pueblo.

El Honorable le ha metido un rejón a la historia socialista de la transición, en general, y a la de Mújica, en particular. Un señor que debía ir preparando las maletas ante tamaña acusación: el Defensor del Pueblo iba, en aquellos días de acoso a Suárez, de agitador de las autoridades militares competentes.

Ya se sabía que nuestro Defensor, desde joven atento a nuestros intereses, acudió a una reunión con Armada en Lérida para la organización de un Gobierno de Concentración con los principales lideres de todos los partidos políticos, cosa que casi ninguno de los citados líderes supo. Hasta Felipe González le reconoció públicamente a Suárez que se les había ido la cosa conspiradora de las manos.

Cuando uno anda en tratos con personajes como Armada o Ciurana, viene a ocurrir, como ya fue contado, que Raventós, presente en la merienda, se preguntara en voz alta “¿Y por qué no presidido por un militar, mi general?” cosa que hizo que Armada soñara con ser esperado en Zarzuela el día del fantoche.

Pequeñas historias de memoria insuficientemente contada, la de la transición, de la que derivan algunos de los actuales barros que ensombrecen la política española.

Pequeñas historias que justifican sobradamente que este tan incómodo, absurdo e inútil personaje, residuo de los conspiradores de café de la época, deje paso a otros que se ocupen de defender al pueblo en lugar de soñar con la autoridad militar competente, cosa fachosilla ciertamente. Ofrézcase, por supuesto millonaria pensión que no va a ser menos que ilustres banqueros quien tan notables servicios prestó a las causas del enredo.

No eran aquellos, por mucho que el guardia civil pareciera un payaso, días de sainete. Por eso es notablemente más irresponsable haber ejercido de civil muñidor de ideas cuartelarias. La cosa se podía haber puesto muy malita y muy seria y unos cuantos, como el tal defensor, hubieran sido responsables. En fin, como ya me molesto de habitual no estoy yo para enfados retroactivos pero ya que el honorable lo ha contado y el aludido no ha negado… pues eso, a casita que ya es hora.