Los agitadores

Las vacaciones son como los siglos: nunca empiezan ni acaban en su fecha. Por ejemplo, el siglo pasado concluyó una década antes con el estrépito del muro; éste no se iniciará, tal como nos anunció Leire, hasta que Obama y Zapatero cambien la conjunción planetaria conocida.

Las vacaciones concluyen un par de días antes cuando dedicas tiempo a un aterrizaje suave que alivie el estrés “postvacacional”, antes llamado cabreo. Preparaba, pues, mi aterrizaje pensando en cosas tan relevantes como la canción de verano, alguna receta de cocina o maldiciendo a quienes se van. Pero no ha sido posible; debo dar cuenta de una nueva estirpe que parece dispuesta a allanar nuestro camino a la salida de la crisis: los agitadores.

Son agitadores exactamente esos: los que han convertido sus boletines o plataformas mediáticas en octavillas de “agit-prop”, como decían los veteranos de la persuasión revolucionaria, en la época en que no había otros medios que los escritos.

Toxo, avezado explorador en ese mundo, ha descubierto al más peligroso: MAFO, el boss del Banco de España, conocido como Miguel Angel Ordoñez hasta que El País, faro y guía de occidente, le liberó de tan vulgar nombre.

MAFO, dueño del boletín propagandístico del banco de todos, ha decidido convocar, una vez más, la reforma laboral lo que cabrea mucho a Toxo y a unos cuantos más que no sabemos porque este tipo no se dedica a supervisar bancos, aunque como todo el mundo sabe, nuestro sistema bancario siempre fue el mejor del mundo y el mejor supervisado y los euritos que ponemos son sólo para tranquilizar porque falta, falta, no hace, como todo el mundo sabe.

Es un agitador el Presidente de la Patronal que se ha atrevido, ni más ni menos, a hacer perder una cena a Zapatero, con la cantidad de cenas que el hombre tiene que atender, y de paso, a coincidir con MAFO en eso de hacer más fácil – y si se puede gratis- el despido y, de paso, jodernos el sistema de pensiones.

Ahí había dejado yo la lista de los agitadores más peligrosos cuando cometo el tremendo error de leer el editorial de El País, faro y guía de occidente que, en la mejor línea de la “agit- prop”, pide un recorte de gastos y una subida de impuestos porque sin tal no habrá sostenibilidad financiera del estado.

Naturalmente, olvida la octavilla – ah, ya conocéis caros amigos la tiranía de la falta de espacio- que el peso sobre la deuda del estado no viene de inversiones o aumento de gasto social sino del dinero repartido profusamente entre los mejores banqueros de occidente. Obviamente, la octavilla propone objetivos moderados: ya no se trata de crear empleo sino de evitar de que crezca mucho, que conviene no ser ambicioso.

Intuyo que la lista de agitadores, que empezó con aquel manifiesto de los cien magníficos, no dejará de aumentar. Apunto que a Corbacho, que ya ha empezado a decir que flexibilidad no es precariedad, le quedan dos días para apuntarse al asunto, que ahora que han dejado de venir inmigrantes no tiene mucho que decir. Atentos, atentos, que la “agit-prop” nos inundará con el aumento del paro previsto para otoño.