El Contrato del Siglo XXI

Viene a ser que el Siglo XX necesita una urgente asesoría de imagen pero el XXI viene cargante. Reducido el XX por un tango a condición de cambalache y finiquitado por el fin de la historia no ha podido argüir que junto a notables tragedias añadió descolonizaciones, cambios libertadores, explosiones tecnológicas, democratización cultural, entre otras cosas.


Pero la cosa moderna es ir con el siglo. Sea lo que sea debe ser bautizado como una ruptura con el XX. Todo bautizo modernizador requiere esa etiqueta milenarista que, mire Usted por donde, acaba siendo una marca vacía de contenido.


Sea un universal, afamado y laureado equipo de fútbol o el socialismo; unas nuevas tapas de diseño o un contrato laboral todos se reclaman del neonato siglo. El problema de esta marca XXI es que necesita pero mucho que mucho branding para transmitir emoción alguna, para mover lealtades o para que ignoremos el producto que tal etiqueta envuelve.


Porque la cosa es que, además de no saber de que va el tal siglo nuevo, lo cierto es que no ha empezado bien: desde la amenaza de los males del milenio y las guerras de los Bush a las múltiples cuestiones morales que crujen el planeta todo parece tener muy mala pinta. A lo que se añade el extraordinario vacío cultural o ideológico que nos rodea. Por ahora es el siglo de la burbuja que, como todo el mundo sabe, sólo alberga vació.


Nada de nostalgia, otras veces os he dicho que lo mejor de cualquier siglo (o tiempo pasado) es que no retorna pero, también, que la invocación de lo nuevo no ahuyenta la antigualla. Lo que uno, modestamente, opina es que esto del XXI es una historia por construir y que la denominación es, tan solo, otro de esos recursos “vacui”, de esos que pretenden emocionarnos cuando no hay nada que decir o vender.


Esta introducción es tan larga y letrada porque es el tiempo que ha necesitado el autor para no insultar .a los empresarios españoles que han propuesto en el diálogo social un nuevo tipo de contrato


Modernos que son ellos, han venido a sumarse a la corriente milenarista, en este caso disfrazada de bautizo artero, proponiendo un “contrato del siglo XXI” que viene a reforzar el despido libre y reducir la indemnización. Lo que quiere esto decir que el tal contrato nos retraería a días preconstitucionales y predemocráticos; o sea que le veo yo casi más decimonónico que del XXI.


Pero queda bien en una atrabiliaria patronal que no ha deducido que la cosa del trabajo en el siglo en curso requerirá de notable imaginación para buscar nuevas formas de protección y derechos, coherentes con las nuevas formas de trabajo. Porque el personal viene a ser de eso de lo que se queja: de que, tras políticas de empleo pergeñadas en el siglo anterior, aquí hay más paro que en ninguna parte. Pero eso si, ellos le ponen XXI y casi suena a amenaza