Tortilla de silicona

Así se llama uno de los premios que será otorgado por Ecologistas en Acción al anuncio que transmite los peores valores culinarios y alimenticios. He escogido este título como podría haberlo hecho con cualquiera de los otros premios que se conceden en este premio para la publicidad sexista, falsa, o de valores negativos.

El pasado domingo, con el título “Desatino publicitario”, el diario El País, faro y guía de occidente, publicaba un atinado artículo sobre la manipulación publicitaria al hilo de la retirada de un medicamento que había recurrido a una imagen “machista y fanfarrona”, según el faro y guía de occidente.

Nada que objetar; al contrario la nota editorial debería ser repartida en el mercado publicitario por su alto contenido ético. De hecho, nada más leerla me fui a las páginas de anuncios por palabras del periódico convencido de que un giro radical se había producido en la publicidad española, impulsada por el imperativo ético del faro y guía de occidente.

He encontrado anuncios como “27 añitos, Sara, la reina del Griego” o “30 euros, Laura, 19 años” entre dos páginas enteras de oferta de sexo de pago, con peores lemas de los aquí escritos. Antes de llegar a la conclusión de que estos anuncios y el sexo de pago no son “machistas y fanfarrones” he decidido creer que, en realidad, estaba ante aquello de presumir de lo que se carece. Un ejemplo de cómo se gestiona la reputación del que tanto se habla en los medios del marketing.

No hablo aquí sobre los contenidos éticos de la publicidad sino del comportamiento ético de quien inserta la publicidad, su responsabilidad. Ciertamente, en estos tiempos donde la publicidad ha desaparecido de los periódicos y casi no es posible encontrar anuncios, ponerse exquisito es arriesgado. Ahora bien, uno tiene dos opciones: o predica o da trigo. Naturalmente, el faro y guía de occidente ha decidido predicar.

Obviamente, la responsabilidad de un anuncio es del anunciante. Pero los medios que los publican deben considerar el impacto social de sus anuncios y deben eliminar los impropios, y en todo caso los que atenten al ideario que dice defenderse,
Es una regla de oro que la publicidad en los periódicos no debe dañar la dignidad de sus páginas. Aunque claro, ¿podría pedirse al periódico que cerrara dos de sus páginas que anuncian sexo gratis? Quizá podríamos proponer al tal medio para el premio “Lavado Solidario” al lavado de cara corporativo más hipócrita