Os dejaré en herencia mi vida digital: por fastidiar

Esto de internet no sólo nos ha cambiado la vida sino, también, la muerte. En la lectura de la herencia ya no sólo nos humillarán constatando que no hay bienes que repartir sino que el abogado experto pondrá cara de pena y dirá: en realidad tenía pocos amigos en el “feisbuk”, señal de que nos iremos a la tumba con una reputación digital de pena.

¿Por qué digo esto? Veréis: hace unos meses, en Linkedin, un colega de uno de los grupos preguntó: ¿Qué ocurrirá con tu vida digital el día que te mueras? El más avispado comentario apuntó: “alguien podría crear un negocio y hacer dinero con este asunto; al fin y al cabo, esto es América”.

A lo mejor pensáis que este era un comentario malvado. Pues he aquí que no: acabo de descubrir que un bufete de abogados se ha especializado en gestionar la vida digital de uno tras la muerte y, especialmente, de organizar testamentos donde uno diga quién debe heredar sus recursos “on line”: contactos, contraseñas, pedidos digitales, etcétera.

Claro es que el asunto es grave. Imaginad que os habéis comprado algo por internet, una camisa por un poner, y no os la podéis poner el día del funeral porque no os habéis preocupado del asunto. O que tenéis unos ahorrillos dispuestos en alguna cuenta en un paraíso digital y vuestra pareja no está al corriente de la contraseña. Veis, a qué no habíais caído.

Es que son cosas que hay que prever muchachos y muchachas. Que eso de que el muerto al hoyo era para antes, cuando no teníamos vida digital, y ya se encargaba la familia de rastrear la libretilla de ahorros y las escrituras entre los papeles

En mi caso, mi vida digital se reduce a este blog, al facebook, Linquedin y a un montón de contraseñas y contactos de email y de teléfono móvil.

Los comentarios y tontunas aquí pueden quedarse hasta que el patrón del hospedaje lo retire. Las contraseñas, las contraseñas, pues nada, que en realidad no esconden secreto alguno y de ahorrillos y esas cosas, como bien señalará Liber, no me ocupo, que soy de los que, con Elena e Itziar, nos lo gastamos. Las deudas, que crecen últimamente, os las podéis quedar sin problema.

Así que lo que haré será dejaros en herencia mis contactos, los del correo, los del “linquedí”, los del “feisbuk”, y los del “tuiter” – que esta Lidia muy pesada con que me haga yo de eso-. Ya estáis empezando a quejaros, que si “pa” que quiero yo tus contactos, que vaya rollo. Pensad un poquito: igual podéis hacer una campaña viral para vender mis obras completas o vuestro libro, mis contactos son gente muy leída y culta, hasta la tercera cerveza, claro…

O igual, os tenéis que pasar tres días avisando a los contactos de que el pájaro ha muerto. Qué risa: quedáis nombrados herederos, por fastidiar.