Papá: ¿sabes que la seño es un robot?

Que conste: esta vez la idea no es de Esperanza para prescindir de enseñantes que, como se sabe, son un obstáculo para la gestión eficaz del modelo educativo madrileño.


Estimados y estimadas enseñantes, amantes de las nuevas tecnologías, que habéis llenado nuestras bitácoras de promesas de innovación en las aulas, a partir de las wikis, tablets, pizarras electrónicas y decenas de propuestas de software, naturalmente libre: estáis anticuados; lo que mola es la profesora robot, inventada por los japoneses naturalmente.


Se llama Saya y es profesora de historia. Ha sido desarrollada por un tal Kobayashi. Esta especial profesora robot dispone de un bagaje de setecientas palabras y seis emociones. Bien; me he dirigido a mis consultores privados en educación y me confirman que, ciertamente, se desconoce que el tal Varona del “insti” dispusiera de más de dos emociones. Hemos confirmado empíricamente que, al menos, seis profesores de la licenciatura Dirección de Empresa en inglés, manejan menos vocabulario que Saya.


Pero estos datos no hacen que yo vea claro el asunto. Tantos años reclamando el conocimiento de la comunicación no verbal, de la inteligencia emocional o la sutileza pedagógica para que ahora nos pongan una máquina docente.


No; no lo veo claro. Porque imagino a esta profesora de historia dando cuenta de los horrores de la historia de modo metálico, sin matices de voz, sin gestos que trasmitan a los críos que Hitler, Pol Pot o Mugabe son de los hijos de puta de la historia y me da pavor. O me imagino acompañando a Itziar a discutir una nota con una profesora de historia que nos dice que en nuestra familia no entendemos la formación histórica de España y, entonces, como le digo yo a un robot que es gilipoyas.


No; no lo pillo. Que pasara con esos miles de niños que alcanzaron su pubertad con un apasionado y secreto amor por su maestra ante un robot. Como ese escueto y metálico escote del robot moverá hormona alguna.Dicen los japoneses que es el envejecimiento de la población y la baja tasa de actividad lo que les lleva a estos excesos. Vale, me opongo a la jubilación de los maestros si la alternativa es el robot. Si vuestro hijo os dice algún día que su profe es un robot, cambiadlo de cole.


Saya fue probada en una sala en Tokio este año con un puñado de alumnos de 10 y 11 años, y afortunadamente no pudo hacer mucho más que pasar lista y gritar órdenes como "¡Cállense!".