Ser paciente o ser gilipollas

Junto a mi equipo, hemos decidido ampliar nuestras actividades. Invertimos a cuenta de que la paciencia de Sebastián coincida con la de Pepiño.

Hoy tocaba la visita a nuestro asesor que es sabio, de suaves maneras, como conviene al comercio; amable y te conduce, por tu bien, a un sinfín de pagos: a la hacienda, a la seguridad social, a las empresas de siniestralidad…hoy he descubierto que, además, debemos pagar tasas por registrar nuestra contabilidad y unos cuatrocientos euros, y es un precio fantástico oiga, para establecer el sistema que proteja la privacidad de los datos de nuestros futuros clientes.

Necesitaremos, claro, nuevas altas fiscales y, para legalizarnos, tendré que interrogar a mis futuros colaboradores cual terroristas islámicos e inventar contratos con más retenciones, gastos y complicaciones que la herencia de la Jurado.

Vale; me pilla mayor y paciente pero no soy gilipollas: si os dicen que crear actividad es cosa que un joven emprendedor, sin recursos, puede afrontar mandarlos al carajo.
Los alegres y emprendedores muchachos de mi época predicábamos formas elementales, aunque poéticas, para salvar la brecha entre teoría y praxis. Anoche, Itziar me pidió que le tradujera una canción de Cold Play; uno de sus versos dice: “Los revolucionarios esperan mi cabeza en una bandeja de plata”, y casi me convence: imaginaba la cabeza de algún burócrata, un banquero o un inspector de cualquier cosa…

Dispuesto a dinamitar a la decena de agencias que intervienen e intervendrá en nuestra actividad encuentro que según un texto de Itziar no debo hacerlo.

Resumo para ella una moderna teoría de gestión . Resulta que, como cliente, soy un “stakeholder” (o sea, parte del grupo, cómplice, amigo) de la hacienda pública; las agencias, y, muy especialmente, los banqueros. En mis tiempos nunca hubiéramos sido “stake …nada” de esa pandilla. Pero, en fin, sea todo por ese examen nuestro; quiero decir de Itziar.

Pero (nuestro) examen no dice que debo ser “stakeholder” de Pepiño, de Solbes, de Sebastián. Así que, mientras consensuan el grado de paciencia necesario para ser eficaces, espero gasten la misma con los que nos retrasamos con los kilos de papeles necesarios para emprender, con las tasas y cargas fiscales a pagar o con las instancias a presentar...mientras esperamos la "lluvia" de dinero que llegará de nuestros prudentes a la par que generosos banqueros.