Es que no soy comprensivo.

Leo en un titular del diario Público que la patronal me pide que sea comprensivo. Y cuando a mi me dicen estas cosas yo me pongo a mirarlo. Veamos, me pide un esfuerzo para comprender o me pide una actitud tolerante. Chungo; así de golpe no me sale ninguna de las dos.

Lo de comprender. Resulta que el setenta por ciento de los trabajadores, en el momento de iniciarse la crisis, tenían un contrato temporal, o sea, despedibles sin indemnización relevante y, de hecho, han sido despedidos. O sea que no parece que al mercado de trabajo español ni le falte flexibilidad ni sea muy caro poner a la gente en la calle.

¿Me piden que sea tolerante con este personal que aprovecha la crisis para bajar salarios y vaciar empresas, a golpe de ERE? Así de golpe me cuesta. Sí cuando a estos les crecían los beneficios al 20% hubieran repartido en lugar de poner salarios de porquería, a lo mejor me ablandaba.

Vale; es que, últimamente, no estoy comprensivo con esta pandilla: os lo he dicho alguna vez el dinero que han dilapidado estos imbéciles (el adjetivo es de Galbraith) era nuestro.

Por ejemplo; hoy no estoy nada comprensivo con Botín. Este es aquel banquero que en un discurso acuso de malas prácticas a los otros banqueros; el más puro entre los puros que ya ha pillado el dinero púbico y acaba de dar por finiquitado, dejar sin rendimientos y devolución al mayor fondo inmobiliario de España.

No estoy demasiado comprensivo con esas ideas de Corbacho de que el empleo se combata con la gente creando su propio puesto de trabajo (para eso es la capitalización) o con trabajo a tiempo parcial (diréis, mejor eso que nada pero no apunta a tranquilizarme). Ni tampoco soy comprensivo con los que dicen que es mejor que los bancos sean solventes a que presten.

Resulta que los planes de rescate con pelas públicas están siendo un fiasco europeo por que este personal ocultó la situación real; que Solbes dice que lo de salir de la crisis el 2010 ahora no lo ve claro; que los planes de estímulo no están funcionando. Y entonces no me pongo nada comprensivo.


Y cuando escribo estas raudas líneas y me pregunto si debería ser más comprensivo, veo la sesión de control en el Parlamento y observo que el tema del día viene a ser si el cazador de venados tiene morro, si otros cazan comisiones o si los problemas están en este u otro lado de la bancada.

Y en estas, resume el cazador de venados que no dimite porque tiene que trabajar por España y, oye, me digo: por mí que no se esfuerce. Pero, chicos, chicas, no me hagáis caso: es que no soy comprensivo.