En España, el redactor de Obama sería un “negro” o “speech writer para dummies”.

Me manda Lidia una noticia y me dice: escribe sobre ellos (los “speech writers”: los redactores de discursos). Y si Lidia manda escribir, uno escribe.

La de Obama se ha convertido en una historia mítica. No sabemos el contenido del “podemos” pero la simbología ha sido construida. No importa; la comunicación política ya es sólo emocional.

Propongo ser laicos con Obama. Creo que las innovadoras técnicas se han dirigido a un electorado ya muy motivado; que la más útil ha sido la de recaudación de fondos. Sostengo que Gore, el aburridísimo defensor de la “Slide:ology” (el Power Point le ha dado un Nobel), ya ganó las elecciones. Opino que cualquier demócrata lo hubiera hecho. El éxito ha sido contagiar a las minorías abstencionistas (fuera de ellas, los votos de Obama son los mismos que los de Gore).

Mi héroe es el Consejero David Axelrod. Debo recordar que Jon Favreau (un tipo brillante al que recordaréis por poner la mano en el seno de la efigie de Hillary) es el cualificado jefe de un equipo.

Cosas de las que se deducen dos principios del redactor: depende de una estructura de comunicación, donde siempre hay uno que manda, y deben usarse los recursos humanos e informes de la corporación.

¿Cómo se hace uno redactor de discursos?: un día, un jefe de algo te pide uno sobre tu especialidad; el jefe de algo queda encantado y, a la vez siguiente, te encarga el discurso de la boda de su hermano. Ha nacido el “speech writer”. Y luego se corre la voz (creedme; a pesar de lo que digan, a todo príncipe le encanta contratar un juglar que ha cantado para otro príncipe). Así empecé yo a los 20 años.

Hay una diferencia entre la cultura anglosajona y la española: la discreción, el secreto. Porque aquí al redactor de textos que usan otros se le llama “negro” (ya se sabe que nuestra cultura no es racista). Otra razón, es el ego de quien hace el pedido. Este es, pues, el tercer rasgo de un redactor de discursos: dar paso al ego del orador.
El redactor trabaja para alguien en una corporación: los redactores deben ser especialistas en ese entorno corporativo; conocerlo bien. Es útil especializarse en un nicho de mercado. Es fundamental su permanente relación con la persona para quien escribe. Puede consultar con otros directivos pero nadie está interesado en estar disponible en el momento en el que se trabaja.
El Redactor debe organizarse bien; de aquí sólo se sale con planificación. Y debe tener una buena técnica de gestión. Desde este punto de vista, el mejor “speechwriter” de la campaña americana, ha sido “Jhon el fontanero”: un discurso breve que ha facturado a varios en una barata tarifa plana, y a buscar otros clientes y mercados.

Los redactores de discursos (lo siento chicas) no son como Sam Seaborn. No son idealistas que escriben sin análisis de las consecuencias y redactan el párrafo estrella en el coche, en el último minuto. Confesad eso a un cliente y será lo último que escribáis. Todo lo que se escribe tiene consecuencias para quien lee, y el redactor debe evaluarlas.

Un discurso es comunicación para ser oída. El redactor debe conocer las reglas de la comunicación y aplicarlas a ese medio (Una idea central, repetida, expresada al principio y al final; dicha con interés – cuenta una historia-; con un lenguaje que conecte; concluyendo con una invitación a movilizarse).

Hay una elección que hacer: lo antiguo es lo formal; lo moderno es la conversación (apuesto que alguien ya habrá inventado el discurso 2.0). La clave, el valor añadido, es saber cuándo hay que elegir una cosa u otra.

Decía un verso de Bob Dylan: “los empresarios se bebían mi vino; los agricultores cavaban mi campo “(All Along The Watchtower). Redactar un discurso, amigos, amigas, es como cavar: tiempo, paciencia y capacidad de desechar palabras, datos e ideas, sin piedad. Otro día, Lidia, escribo las 20 cosas que se necesita saber para ser un redactor de discursos.

Mañana a estas horas ya conoceremos el último producto Favreu: ¿Cuál será el último símbolo de la fundación americana traído a la refundación?