La concentración de
poder en un círculo de íntimos, la falta de trasparencia en asuntos
fundamentales, la permisividad con la desconfianza en los servicios jurídicos
propios y, sobre todo, la tolerancia con los juegos de poder y ausencia de
gobierno de sus ediles, amenazan
con volverse en contra de la alcaldesa de Madrid.
Lo que se juega ya
no son wasaps o tuits más o menos hirientes o amenazantes entre las
familias de gobierno. Ni siquiera es una acción más de concejal machote del
tipo “Carmena recula”, que llevo a la alcaldesa a un absurdo conflicto con Montoro. Ahora,
el juego se ha vuelto serio: el chapapote judicial y las antenas mediáticas de
bufetes irregularmente contratados amenazan al equipo de la alcaldesa.
Lo que fueron ceses
en Madrid Destino para
racionalizar la gestión se han convertido en una grave sugerencia: “Carmena y
Cueto nos prohibían investigar”, se ha dicho sobre el asunto del tenis, pero
cabe deducir que la sugerencia va más allá.
No es descartable
que alguno o alguna viajera útil de la comparsa de Ahora Madrid lleve al
juzgado documentos. basados en dictámenes de afamados bufetes por cierto no
siempre claramente contratados.
Mientras los agraviados juguetean con los bufetes,
antes de la casta ahora compañeros de viaje, otros y otras ediles de la banda
radical de Sánchez Mato le “okupan”
a Carmena el local La Ingobernable – una concesión a Emilio Ambasz
–, que el Ayuntamiento se había comprometido a mantener. Tiene su aquel que un Gobierno se "okupe" a sí
mismo, lo que da idea de que no se quiere ser Gobierno, sino molestar al
personal.
No disparen a
Carmena, los suyos se ocupan
Que las ciudades,
suma de historias y personas, no
se dirigen desde los extremos es cosa que puede ser
discutida, aunque poco. Lo que si demuestran los dos años transcurridos
desde que la ciudadanía de Madrid permitiera el cambio es que no pueden ser gobernadas desde la venganza.
El
fuerte castigo ideológico y urbano con el que el PP sometió a los diferentes
dejó profundas heridas en el tejido urbano, que algunos han querido cobrarse a
golpe de ira, ignorando que la ciudadanía vota, en general, para ser gobernada.
La incapacidad
socialista para influir en el Gobierno y sus abundantes silencios han
contribuido, sin duda, a esa
lógica del poderoso que busca meter en la cárcel al personal como
toda acción de gobierno.
Los irrisorios
niveles de realización de la inversión pública programada, traducidos
necesariamente en más risibles, todavía, pagos anticipados de deuda municipal,
que nadie {ni siquiera los bancos) reclama, son la mejor expresión del abandono
de la gestión pública.
Como lo es la exasperante
gestión de los grandes proyectos urbanos aplazados, y sin alternativas,
diseminados en diversas
operaciones en Madrid.
Cuestión que no solo
se explica por la ausencia de proyectos, sino por la falta de trasparencia de
una alcaldía que no cuenta con apoyos y debe transitar en silencio desde
el Colegio de Arquitectos al BBVA,
desde Fomento a inversores, muñendo acuerdos a espaldas de otras
instituciones madrileñas y de sus propios concejales.
Las presiones a
Carmena –que ahora adoptan forma de chantaje judicial a su equipo- son propias
de lo que representa Sánchez Mato mejor que nadie: el matonismo populista que vestido de pardo ensombreció
Europa durante años.