El tiempo del tuit fatua

No nos engañemos, no hay diferencia entre el “así no”, con el que en Navidad castigaron a Errejón, y el “no way”, que el 5 de Enero espetó Trump a Toyota. Y no me refiero a la estructura lingüística.
Pueden Ustedes decirme que el primero parece una pelea de chavales malcriados y que el segundo hace bajar la bolsa. Pero, créanme, es una diferencia de tamaño, no de filosofía. Ambos tuit responden a lo que se considera, hoy por hoy, la esencia de la nueva política. 
El tuit esencial debe ser conminatorio y no tiene porque responder a la verdad, en estas fechas muy sobrevalorada. El “así no” castigaba a Errejón cuando, en realidad, él era el castigado por la purga de un afín; ciertamente, Toyota no pensaba construir una planta nueva en Mexico, ya la tiene.
La mentira funciona porque los agentes de los nuevo desprecian el dato y la verdad. para construir un relato que sintonice con la ira de quien le sigue. En realidad, este relato, al que llaman "posverdad", es la mentira que interesa a la ciudadanía gorrona. Buscar un enemigo, creer que todos y todas estamos contra ese enemigo y buscar vehículos de clientelismo es la clave del asunto.
Un buen tuit de la nueva política debe ser convenientemente amenazador, no tanto por quien lo recibe, sino por evitar que alguien se atreva a seguir la misma senda. El tuit debe sembrar miedo y animar el conflicto, ya se sabe que “el cielo no se asalta por consenso”, y que conviene hacer saber quien manda.
Y, finalmente, el tuit que arrumbará la vieja política debe dejar claro que entre el jefe y el pueblo no hay estructura alguna de mediación, sea institucional, administrativa o de partido. Esas estructuras son recovecos de engaño, matizaciones y concertaciones a espaldas del pueblo, como es sabido. La función de los que rodean al líder es trabajar, administrar y opinar poco.
El tuit de la muchachada de Podemos y el de Trump responden a lo mismo: son una muestra fatua en el doble sentido del término. Una expresión de presunción y vanidad y un edicto de obligado cumplimiento para el personal.
El tuit fatua es la herramienta de gobierno del liderazgo populista. De hecho, los líderes ya no se reúnen con el partido sino con los activistas en las redes que, todo el día en la máquina, difícilmente mantendrán contacto político alguno y no podrán contaminarse de reflexiones ajenas.
El tuit fatua impide que los distintos equipos, responsables, ministros, piensen por su cuenta, peligrosa cultura que siempre pone en peligro la autoridad del liderazgo. Ya se sabe que el pensamiento autónomo acaba produciendo convicciones.
Una herramienta de conversación se convierte en una afrenta a la democracia cuando su objetivo deja de ser la conversación.El grito de “así no”, el “no way”, no es una conversación: es una orden. Si esta es una orden de gobierno, sea de partido o de país, vulnera cualquier norma de respeto a las reglas, sean constitucionales, estatutarias o de derecho.

Cuando un tuit fatua persigue castigar en la bolsa a una empresa o sector económico, fuera de las normas de mercado, el político prevarica. Cuando un tuit fatua condena a una parte de la afiliación de un partido a ser castigado por las bases, el político prevarica. En ambos casos la democracia se ignora.

La reflexión del tuit suele ir acompañada por ejemplos de cultura fatua. Cuando un egomaníaco de estos habla con un tronco, por un poner, Usted ve madera, él ve a Dios.