Sobre pieles de oso, mareas de sandeces y la batalla por el relato

“Régimen del 78 o democracia” dicen Las Mareas, en voz de portavocía cualificada cuyo nombre ni conozco ni me importa, despreciando a quienes dieron vida y libertad por una Constitución que permitió, a golpe de impuestos y subvenciones, dar formación, escaño y partidos a quienes se sientan en los escaños de Las Mareas.

Naturalmente, si fueran coherentes habrían de renunciar a colaborar, como hicieron los veteranos luchadores y luchadoras, con tan dictatorial régimen y renunciar a sus escaños y arrostrar sacrificio. Pero de lo que se trata para Podemos y sus respectivas marcas es de ganar la batalla del relato.

Porque esto fue lo que los expertos de la Sexta recomendaron a Podemos y estos, muy atentos siempre a las secretarías de prensa, se han puesto a la tarea. Dos relatos deben ganarse de forma inmediata: lo de justificar la presión sobre el Congreso en la investidura y lo de denunciar la gran coalición.

Para que no se confunda a sus tropas con Pavía o Tejero, debe justificarse lo de rodear el Congreso en sesión de investidura, cosa ignota en democracia. Y solo hay un camino: la sandez señalada con notable cinismo por la cualificada portavocía de Las Mareas sobre el “régimen”.

Lo de la gran coalición es solo uno de los elementos del relato, que será seguido por otros igual de rigurosos, junto a la moda de despreciar el voto de la ciudadanía en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, vinculando su gobierno al del estado. Comedia a la que, sorprendentemente, se suma Llamazares desmintiendo todo su discurso desde hace un año y medio.

La cosa consiste, al parecer, no en ofrecer alternativas distintas a las nuevas elecciones sino en repartirse la piel del aparentemente suicidado Partido Socialista. No recuerdo muy bien si el PSOE se suicidó cuando nos metió en la OTAN, cuando el hermano de Guerra metió la mano en la caja, cuando Boyer y Solchaga desindustrializaron el país o, quizá, cuando, sin que Pedro Sánchez reclamara voto de conciencia, se reformó la Constitución por la vía de la nocturnidad.

Lo sorprendente, me parece, no es que el PSOE decida ser de centro izquierda, como siempre lo fue; razón por la que muchos de quienes salieron de la izquierda de verdad verdadera no fueron allí. Cierto, una parte de sus electores están cabreados, muchos de ellos y ellas procedentes del viejo voto de IU. Pero no es menos cierto, si se leen todas las encuestas y no solo las que interesan al relato de cada cual, que se coloca – recuperando simpatía- en disposición de capturar votante de Ciudadanos y hasta del PP-

Lo sorprendente es que el PSOE se hubiera lanzado al extremo del espectro político. Los socialistas se han enredado, a golpe de crisis política e ideológica de la socialdemocracia, en un lío descomunal del que solo saldrán siendo útiles a la ciudadanía.

También el PSOE debe ganar la batalla del relato. Es cierto que, a diferencia de la marea de sandeces que se nos vienen encima, el PSOE deberá exprimir su talento político – si es que queda- en una política parlamentaria que vaya más allá del “no es no”, lema de notable fantasía creativa, que solo les ha llevado al desastre, si es que quiere ser instrumento de la izquierda española.

Si no, otros espacios se fortalecerán y no serán las mareas de intolerancia que creen ser tsunami.