En el asunto socialista he observado notable cinismo. Puede
ser normal que en un oficio que se ejerce con más pasión que precisión abunden
la hipérbole y el oximorón.
¡Oh, cielos, El País interviene! Ese gran periódico, de mesilla de noche y desayuno de la progresía occidental, le ha dedicado a Sánchez lo que
otros, también de izquierda, padecieron. Resulta, rían conmigo, que es de ayer
mismo que el Ferreras retuerza la información hasta convertirla en show.
¡Oh, cielos, se rebelan contra el elegido por las bases! El
elegido por las bases solo contaba con el 40% del órgano de dirección. El
discurso de sillones contra militancia corresponde a la retórica de los
secretarios de organización pero no describe, casi nunca, la verdad. Eran
elegidos por las bases la masacrada dirección madrileña de Tomás Gómez o las
candidaturas pontevedresas de Abel Caballero.
¡Oh, cielos, la oligarquía y el IBEX han intervenido! Argumento de
quienes aspiran a ser socialdemócratas en lugar de los socialdemócratas. No se
conoce oligarquía que haya temido alguna vez a un partido socialista pero aquellos
que, al parecer, aspiran a dar miedo debieran saber que, en realidad, los
partidos entran en crisis cuando han dejado de ser útiles a la ciudadanía. Y
esas crisis parecen terminales cuando los votos condenan a la irrelevancia.
Este era evidentemente, el problema de Pedro Sánchez: no había camino para que
los socialistas intervinieran en el mapa político.
¡Oh, cielos, han sido los barones y las baronesas traidores!
Seamos sinceros; con Sánchez acabó Iglesias, cuando en Marzo le negó el gobierno
de la salvación y le llevó a nuevas elecciones. Se condenó a sí mismo buscando
alternativas, ignoro si buenas o malas, pero desde luego opacas, al menos para
la ciudadanía. Cavó su tumba un gestor organizativo que en los buenos tiempos
no hubiera sido ni secretario de agrupación.
¡Oh, cielos, ha ganado Rajoy y tendremos que asumir las
obligaciones del PSOE! Dicen los que aspiran a quedarse con el electorado a
golpe de “sorpasiños”. En realidad, ha sido toda la izquierda la derrotada, no por las
cuitas socialistas sino por los resultados de Junio, las elecciones gallegas o
Vascas. Y por mucho que los buitres ofrezcan súbitas afiliaciones a izquierdas
de verdad verdadera, lo más probable es que toda la izquierda, incluida la
versión populista si es que es de izquierda, pague la hegemonía conservadora.
La cultura socialista se recompondrá si sabe reflexionar con
tiempo sobre un nuevo programa. Mi reproche a las baronías es que no facilitan
esa reflexión. También, que su compulsiva reacción, aunque evidentemente
disponían de mayoría, no se ha basado en transparencia política. Mi reproche al
partido es que todos se enfrentan a amenazas del mismo tipo y todos han condenado
a su partido a un largo tránsito de recuperación.
Tras la fumigación de las alternativas, el PSOE es la poca
izquierda realmente existente que queda. Lo que se necesita es algo que Sánchez
no tenía y sus críticos aún no han ofrecido: diálogo, consenso y programa de
acción política, que sitúe al partido al lado del electorado perdido.
Lo que no es tan evidente que el Comité Federal socialista esté en
condiciones de hacer política para la formación de gobierno, de gestionar la
pluralidad política existente en el mapa político español o de salir del no.
Así, de entrada, no veo que el riesgo de nuevas elecciones esté mas lejos que
ayer, a pesar del mantra de que la operación conduce a investir a Rajoy.