Quienes no quisieron gobernar y nos jodieron a los demás

Era en Marzo, cuando el discurso de la cal y la coz. Era en Marzo, cuando la izquierda sumaba. Era en Marzo, cuando los egos se nos pusieron en los testículos. El cambio era en Marzo. Pero algún gurú de la secta, cuatro listos y un imbécil liquidador recogieron la voz del más iluminado de los profetas: no toca gobierno, toca “sorpasso”.

Es que el iluminado profeta siempre dijo que la estabilidad y la gobernabilidad era cosa pequeño burguesa. Y, anda, resulta que a la gente le interesa que haya gobierno. Anda, al personal le disgusta el pesebrismo y la soberbia. Anda, a la gente le mosquea que se sustituyan puestos por ideales.

Y ha pasado lo que tenía que pasar; lo que siempre pasó desde que los profetas iluminados le robaron al viejo PCI la palabra que suponía ganarle a la derecha para convertir las elecciones en un combate de la izquierda. Siempre que eso aconteció, venció la derecha.

La culpa, en cuanto se pasen los días de moderación y lleguen los sillones y escaños, será del pueblo, que como se sabe ama la corrupción y a los gobiernos que espían. Es que ellos, los listos, los que no quisieron gobernar, no son responsables. Persistirán en la idea, en el griterío y el truco de trilerismo ideológico. típico de consultores bolivarianos

Que quieren que les diga, cada vez que oigo a Errejón hablar de la Nueva España, de heredar la patria y decir que lo suyo no es un partido sino un movimiento, me acuerdo de José Antonio, las dos orillas y las profecías más iluminadas.

El problema de estos listos, y también de la socialdemocracia que competía para sobrevivir, es construir un relato para ganarle a la derecha. EL relato no es el griterío, el desprecio, el conflicto y la bronca de barra de bar en la que se ha convertido la política espectáculo, en la que se regodean los pequeño burgueses airados.

El relato es la necesidad social, la distribución, el empleo, la reconstrucción de la cultura del pacto social destruida por las políticas de austeridad. Si, el reto es reconstruir con ideas de este siglo aquel viejo relato de la cultura del trabajo de la gruñona Izquierda Unida hoy liquidada.  Es esa ausencia y el pesebrismo de Garzón lo que ha enviando por la gatera novecientos mil votos que obviamente no siguieron al iluminado. No es la primera vez que lo hacen.

El pueblo no ama a los corruptos pero la agenda de los pueblos no la hace la secta. La construyen las propias necesidades sociales, esas que exigen gobiernos, estabilidad, ideas y programas de verdad.

O sea, ni cambio, ni “sorpasso”. Porque hemos sustituido la izquierda por el griterío y el espectáculo. Demos las gracias a los listos que no quisieron gobernar y nos jodieron a los demás.