Si pillo, pacto (y el lío de las comas)

Si queremos pluralidad, debería cambiarse la cultura de pactos. Lamentablemente, unos y otros, y buena parte de los analistas políticos, siguen atrapados en viejos hábitos.  

Nada extraño debiera ser que la derecha proponga gran coalición, como tampoco lo sería que los socialistas lo acordaran, a pesar de que algunos lo llamen “gran traición”. Nada extraño pactos a tres o más, en la derecha, en la izquierda o más allá. Algo más laicos debiéramos ser.

Lo que viene a resultar chusco es que los que endemoniaron nuestras vidas con rechazos a pactos y con tan sectarias como rotundas afirmaciones, ahora cambien sus fobias por una Vicepresidencia o un ministerio. Es risible que los que siempre negaron, desde el anterior siglo, al PSOE patente de socio aplaudan investiduras de Vicepresidentes, que es lo que se lleva ahora, para pasmo de los que nos gustan las formas constitucionales.

Un repaso a la historia viene a demostrar que la ética de cinismo ha venido a sustituir al ya conocido postureo.

No fuimos electores y electoras los que hicimos campaña negándonos a formar parte de gobiernos de los malditos socialistas ni fuimos nosotros y nosotras los que colocamos al PSOE en la banda de trileros, corruptos y puertas giratorias.

No fue la ciudadanía quien insultó a Valderas por pactar con los socialistas el Gobierno andaluz. El prócer del cambio, que cada vez parece cambiar menos, insultó y el elegido del comunismo occidental rompió su partido por tal asunto. Olvidada queda la cosa. El Iglesias se apunta y el tal Garzón ya ha recibido nombramiento de su representante.

Les mueven los sillones, se ha dicho de quienes han defendido mayorías de izquierda en Ayuntamientos y Comunidades durante décadas, antes de ser fumigados y fumigadas por los guardianes de la causa, que tras la fumigación ocuparon los respectivos sillones.

Hay que pactar para acabar con Aznar, antaño se propuso. ¡Expulsión, dijo Aguilar antes de ser nombrada Ministra, eso es pactar con la x y los GAL!. Anguita ejecutó y Monereo a escribir libros sobre regeneración y sorpassos se puso.

Es cosa sabida: no fue Santiago y sus errores ni las consabidas expulsiones las que pusieron al PCE en desaparecida casilla. Fue el pacto del 79 con la colla socialista, afirmó la izquierda de verdad verdadera, desde los ochenta.

Conviene repasar la historia porque ese glorioso discurso se ha mantenido por viejos y nuevos hasta que, echando cuentas, resultó que sin los socialistas no se pilla.
Comprenderán, en suma, que formo parte de los que no tienen nada contra acuerdos con el PSOE. Eso si, cuando los pactos que se proponen procuran nombramientos; cuando se basan en el cinismo ético, vengo a sospechar que lo que se pretende es el chantaje y la humillación al PSOE, trucos para adelantar elecciones, soñando con el sorpasso y algo de postureo para que aparente que los menos son los más.

También parece que los socialistas no quieren pactar con su izquierda pero no tiene nadie a la derecha con quien pactar. Ya no quedan convergentes que liar como en otros tiempos.

Socialistas con paso cambiado, huyendo del acuerdo con tanto alternativo, pidiendo a gritos que se presente Rajoy porque lo que gusta es ganarle a Rajoy más que construir acuerdo.
Eso sí, de lo nuestro se habla poco. 
Mal pinta la cosa cuando el que puede no quiere y los que quieren no pueden. Mal pinta la cosa del “si pillo, pacto”, o de “a ver si pillo pacto”. Esto de las comas es un lío se lo digo.