Los nuevos politólogos y la República de la línea recta.

La izquierda verdadera ya nos había quitado, viejo Bebel, el conflicto izquierda y derecha para ponernos, en escalera leninista, a los de arriba y a los de abajo. Tampoco. Lo siento por Cayo Lara y sus asesores en materia de construcción ideológica refundacional: en estos días, los principios teóricos duran tanto como un tuit de Shakira.

Los nuevos profetas de la izquierda - todavía no hemos hecho primarias para elegir nuevo dios -, convenientemente asesorados por la nueva politología, nos ofrecen novedosas alternativas en el mercado político.

Una posibilidad es sustituir la antigualla esa de la izquierda y la derecha por los de dentro o fuera del sistema. No le den vueltas: si Ustedes son de un sindicato o de un partido de izquierdas de los de siempre es que están dentro de la pomada y no formarán parte de la nueva mayoría que nos llevará al paraíso. Lo que ahora se lleva es ser diputado, con o naturalmente,  para demandar que se queme en hoguera a los diputados y diputadas. No se si me entienden: hay que mover el escalafón para pintarla.

Parece que Robespierre es el alma teórica de la renovación. En eso, razón tienen: nunca hubo tanta revocación y renovación como en el "terror" y la guillotina. O sea; en línea recta y déjense de mamandurrias democráticas propias de la traidora transición. Pero si a Usted le asusta que nos oriente Robespierre en lugar de Montesquieu, tenemos profetas alternativos.

Nada de izquierda o derecha, asevera otra rama de la nueva politología: dictadura o democracia. Es decir, o manda el profeta o todo lo demás es dictadura. Somos de la memoria pero no hay que recordar como eran de verdad los años de plomo de la dictadura. Franco revive cada mañana en cualquier concejal o alcalde que no está dispuesto a hacer un referéndum ilegal sobre la pesca de la merluza amarilla o sobre las dietas de los concejales de barrio, que son buenas o malas dependiendo si está Usted por la dicatadura o por la democracia.

No es esto mas tranquilizador que la guillotina de Robespierre. Porque a los de la izquierda antigua se nos va poniendo cara de “lumpemproletariat”. Véanse los vídeos adecuados. O sea, que se nos puede "apalizar" en cualquier momento.

Entiéndanlo. La nueva politología rechaza los escenarios complejos. Porque la complejidad implica mediaciones, negociación, concertación, incluso, vade retro, cálculo del votante medio. Categorías todas ellas de la izquierda que hemos declarado fenecida. Pero, sobre todo, porque, Ustedes que modernos y modernas son lo entenderán, un escenario complejo no cabe en un tuit.

Se lo tengo advertido. Entre los efectos del derrumbe del estado del bienestar no solo está la desaparición de nuestros derechos; está, también, la desaparición de la concertación, la negociación y el convenio. Todo pasa a ser por la vía directa y el que más chifle capador.

Esa es la lógica de la derecha y a la que ahora se apunta la nueva politología, la de izquierdas y la de derechas. La radicalización de las clases medias resistentes nos lleva a nacionalizar las eléctricas o a la expulsión en caliente de los "negros" que nos asaltan.

Mientras los ilustrados de dentro y fuera del sistema nos dirigen; mientras los demócratas que constituyen en las televisiones y los dictadores que constituyen en el gobierno nos dirigen, mientras a los demás se nos pone cara de "lumpen" a apalear, mientras viene Robespierre o nos guillotinan con olor a mar, mientras los profetas de la izquierda del tuit le hacen un favor a la izquierda del caviar y a la derecha de siempre y no les discuten la alternancia, todo es medio y nada pensamiento. Porque no hay nada como odiar lo posmoderno pero abrazar el pensamiento efímero.

Cezanne (por favor, pónganse dentro del sistema y la dictadura y vayan al Thyssen, por módico precio, mientras no lo nacionalicemos) nos advirtió contra la dictadura de la línea recta. Háganle caso: la vida y la democracia son como sus caminos en Aix en Provence.

Quiero decir: crean que la izquierda consiste en ganarle a la derecha; crean que el necesario cambio de la izquierda verdadera pasa en realidad por lo de siempre: ocuparse de la gente y no del twitter o de las primarias de los dioses.