Más
o menos, al mismo tiempo que la pija diputada esputaba su impúdico espumarajo,
el Consejero @pmanglano anunciaba que el bachillerato futuro dependerá del
dinero que papá tenga en la cartera.
No
es, no crean, casualidad. El ¡Qué se jodan! es el grito del privilegio, la afirmación
de una nueva época de concentración de riqueza y posibilidades en manos de muy
pocos: el ganador se lo queda todo no es un triste canción de Abba sino el
modelo de sociedad que defienden el catecismo fabra y el consejero @pmanglano.
La
estructura de los mercados y la tecnología ya habían producido resultados de
ese tipo. En realidad,
España es uno de los países europeos con mayores desigualdades tanto en renta
disponible como en propiedad (citando de memoria, el 1% de la población de
renta superior posee cerca del 20% de toda la propiedad).
Pero la crisis no hará sino
alentar esa diferencia, legitimando la apropiación del trozo de tarta que la
crisis nos ha dejado por unos pocos. ¡Que se jodan! gritó muy consciente de su
proposición ética la puta pija diputada.
Ese es el sentido que tiene
la expulsión del talento del bachillerato. El modesto estado de bienestar
español tenía sus estandartes en la igualdad de oportunidades que ofrecía un
sistema educativo gratuito y en la reparadora salud universal y, también, gratuita.
Vivir por encima de nuestras posibilidades, para la mayoría de la sociedad
española, no era otra cosa que haber logrado emancipar la posibilidad del
ascenso social del grosor de la cartera de papá.
Saben bien estos de la
derecha jodedora que privándonos de ambos estandartes podrán, las carteras
realmente existentes, privarnos de la condición de ciudadanía y, de paso,
reducir el mérito a lo que nunca debió dejar de ser: herencia. El talento del
hijo del obrero o el parado volverá a los anaqueles de las bibliotecas o a la
voluntad del mecenazgo o la caridad de la que nunca debió salir.
Creo que ha sido Savater
quien ha sugerido que se vacía de contenido la condición de ciudadanía cuando
no se protege nuestra vida del azar o los mercados. El epítome
guerracivilista de la puta pija diputada o la propuesta de @pmanglano tienen
exactamente ese valor: jódanse aquellos y aquellas que no tienen cartera y engorde
su talento las filas de jornaleros, inmigrantes y parados. Es lo que hay.
Volviendo
a Savater, y citando de memoria, la única obligación que tiene uno en la vida
es no ser imbécil. Entre las posibilidades de imbecilidad que se nos ofrecen
están, sin duda, las de creer que los esputos de la diputada carecen de
significado ético.
El
grito de venganza de los legionarios del egoísmo merece una respuesta antes de
que nos derrote entre carcajadas de hiena.