A la calle, que el capitalismo se derrumba.

A la calle nos llaman las izquierdas. Los ministros de la magia de ambos conventos han deducido que vivimos tiempos oscuros, es innegable. Puesto que plural es esta izquierda se nos convoca con matices que reafirman su diferencia: unos nos llaman a peleas concretas; otros a permanente rebelión.

El líder temporal socialista, contratado por obra y servicio, un par de meses como quien dice, invitó a su afiliación a salir a la calle, escandalizado porque Cospedal privatizará la gestión sanitaria aprovechando una ley apoyada por los socialistas (la 15/97).

Mientras repartía planos a sus conmilitones para que recordaran la diferencia entre calle, carretera y despacho, olvidada desde que aquel día que dijeron de entrada no para luego decir si, cuentan que se le oyó murmurar: que razón tiene la derecha, que daño hace la memoria. Es que el hombre igual se tiene que quedar con la tienda y se le van a pasar cuatro años recordándole desaguisados como ese.

El líder de la izquierda verdadera debió cumplir más amplio proceso. Recuperar grupo parlamentario exige recuperar ancestrales y gloriosas tradiciones.

Así, su equipo se puso en contacto con la Monthly Review y Howsbam para constatar que se podía anunciar, esta vez de verdad verdadera, el último peldaño del capitalismo y su inevitable derrumbe. Posteriormente, se inició la penúltima conspiración para apartar a Coscubiela y Llamazares, que ocupan turno de los taimados reformistas mediáticos de siempre. Así, armados de teoría y praxis, se procedió a expulsar a una Federación de IU.

La tradición es la tradición. Cumplida esta, el líder henchido de nítida percepción estratégica anunció la debilidad del segmento financiero del capital y convocó a movilización permanente. Tiembla el capitalismo.

No cabe duda que el conflicto social será un dato del futuro que viene. Ahora bien; las movilizaciones que habrán de llenar el invierno de nuestro descontento necesitan referencias políticas más que convocatorias, que para eso nos bastamos solos como recientemente se ha demostrado.


Hace un mes apenas me preguntaba aquí ¿Si tú te peleas y yo me rebelo, ellos que hacen? De la izquierda necesitamos algo más que llamadas a la pelea o la rebelión. Que sean capaces de construir argumentos y propuestas políticas que impidan a las derechas traspasar nuestras líneas rojas.


Herramientas como acuerdos políticos, relaciones con los sindicatos y tejido social, estrategias parlamentarias, intervenciones ante órganos constitucionales, etcétera. Las instituciones están para algo más que para ser altavoces replicantes de nuestros cabreos.


Además de hacerle la pelota al 15-M, espero de las izquierdas propuestas para un futuro sostenible y distinto: ideas sobre Europa, sobre impuestos, sobre organización financiera, también sobre como o cuando pagar la deuda, todas esas cosas que deben hacer creíble y concreto nuestro cabreo social.


O sea, cosas que hacer mientras el capitalismo se derrumba.