A tiros contra la huelga.

¿Impresentable o impreciso titular? No; desinformación. Imaginen que me largo veinte líneas sobre este asunto convirtiendo cada uno de los siete tiros del policía loco de Getafe en una tesis sobre la violencia contra la huelga; que mezclo en mi texto como cómplices del desaguisado a Saura y a Rubalcaba, que reconozcamos la marcha les va. Y, por último, ya puestos, podría asegurar que me encontré un policía en la estación de metro apaleando a un chaval.

Ah! claro, que más da; esto es un blog que es, como todo el mundo sabe, comunicación tan frívola como malsana.

Pero fíjense mis lectores en que una televisión ha editorializado que sólo los amenazados han parado. Un periódico calificó a los Secretarios Generales de los sindicatos de cómplices del paro. Una radio ha dado pábulo a un concejal mequetrefe de Madrid que afirma haberse encontrado en el metro a alguien que insultaba a un sindicalista. Conclusión: lo del fracaso de la huelga y sus contradictorios argumentos tienen, más o menos, el mismo rigor que lo de los tiros y la huelga.

El negocio de las noticias, en mi experiencia, siempre ha sido bipolar, dado a los cambios impredecibles de filias y fobias en función del humor e intereses económicos de los editores. Los editores de la mayoría de los medios no tienen más remedio que aliarse con los que pagarán sus deudas, que los chicos son independientes como todo el mundo sabe. Una regla no escrita de los editores de medios es que el conflicto social debe enfrentarse siempre con desinformación.

La gente tiene su propia opinión sobre la Huelga General, cada vez sobre más cosas, por que han socializado su opinión a través de medios no tradicionales, fundamentalmente, la red.

En definitiva, los editores tienen un problema. Hay debate acerca de si el negocio de las noticias todavía tiene un lugar en la vida pública o si una práctica profesional de la información, basada en hechos, se desvanecerá. La cosa es que mientras los medios tradicionales y sus editores decidan seguir el camino de servir a los señores antes que a la verdad no contribuirán precisamente a salvar su negocio.

La proliferación de canales, de periódicos, de medios no ha producido la prometida democratización del discurso. En lugar de la diversidad hay unanimidad en serie. Venden consenso que se convierte en niebla para desinformarnos.

Ignoro si este será el último gran conflicto antes del cambio en el modelo de la comunicación. Pero se que la aversión que producen los opinantes de las televisiones (todos y de todas), editorialistas y demás producen una conclusión: que compre los periódicos la madre que los parió.

Contarnos las cosas como son ya no depende del negocio de las noticias. Depende de nosotros y nosotras.