Ahora que somos dioses

Hoy tenemos una bacteria artificial y ayer un torito bravo clonado. O sea, que Dios se ha despistado una semana orientando a los políticos que recortan y cuando vuelva tiene un paraíso de tomo y lomo. Los ateos militantes van dando saltitos por las avenidas mientras los creacionistas tuercen el morro.

Vida nacida de productos químicos; ni dedo divino a lo Miguel Ángel, ni trabajo de siete días que produjera descanso; es que a Benedicto se le acumulan las malas noticias: la hipótesis de Dios retrocede del campo científico y, para colmo, la vida personal poco edificante de un montón de curas no alimenta tampoco el espíritu.

Sin embargo, no aliento ninguna esperanza de que Benedicto y su curia, y cualquiera de las otras sucursales divinas existentes, se refugien en la espiritualidad privada. Me los imagino dando gritos, piadosos eso si, justificando la existencia del brazo divino entre los trastos del brillante Venter.

Disfrutemos, empero, del día que triunfó el materialismo. Apuntémoslo en la agenda la fecha en rojo. La vida, ha declarado el científico, es información que una vez depositada en un ordenador, puede pasarse a un plástico.

O sea, que, digo yo, es como si fuera una noticia nueva. Literariamente no puede competir con aquello de “ el ángel del señor anunció a María y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo”. Pero el titular de la bacteria es igual de bueno. Dejadme que os diga lo que me preocupa: así, con la teoría del científico, resulta que la información ocupa el papel de dios y podemos entender a los de Prisa: los del faro y guía de occidente llevan años diciendo que ellos son los profetas.

Pero volvamos que me pierdo. La cosa es que ahora que somos dioses da miedo; total, si podemos hacer vida, podemos pasarnos a la omnipotencia cualquier día: umm, funcionarios, daos por fastidiados y fastidiadas eternamente, ni huelgas, ni nada, en la Moncloa también son dioses (por poner un ejemplo de omnipotencia; La “vice” hasta tiene la ira de dios puesta en la cara…)

En fin; ahora que somos dioses, sabemos, lo siento Benedicto, que nuestra imaginación no tiene límites. Lo que podremos sacar de una bacteria de plástico en cuanto nos pongamos…