Ahora los minaretes ¡qué cruz!

Bronca total en Europa. Ahora no tenemos otra cosa que hacer que suprimir minaretes. Aprovechando el asunto, los fachosos de la liga italiana se aprestan raudos a proponer que la cruz se incorpore a la bandera italiana. Ya tenemos fundamentalismos en marcha.

El tema parece haber preocupado a Benedicto, siempre atento a remojar su barba cuando rasuran las del vecino. Que dice el pope católico que va a hacer un frente común de defensa de símbolos religiosos: la cruz, la media luna en combate sin par contra el laicismo rampante.

Poco importa que el referéndum suizo no haya sido una invocación de laicismo sino de xenofobia. No es que yo la tenga tomada con los suizos pero me atrevo a asegurar que tiene cierta coherencia que la misma gente que deja salir de la cárcel a un delincuente sexual ejerza de xenófobo en el referéndum dominical de turno. Pues nada; ya la tenemos montada con los minaretes.

Cosa que ha sido celebrada en algunos sectores como los “fascistones“ italianos que lo tienen claro: Quieren "una señal fuerte para batir la ideología masónica y filoislámica…”. Tiene bemoles, ahora los masones ya no se alían con los judíos, como aprendimos del franquismo era su natural, sino que vivimos una sorprendente alianza con los moros dicen los fascistas. Daría risa sino fuera tan peligroso, qué estos se ponen a disparar a masones y musulmanes cualquier mañana.

Otros sectores se han pasado el día con caguerilla. Los ministros del interior escudriñan sus sociedades a ver cuanto van a tardar los reaccionarios en pedir que se supriman los minaretes de los horizontes urbanos. Estos sectores son los que, siempre a mitad de camino, se preocupan porque tras no hacer causa con el laicismo y reclamar raíces cristianas, ahora se les viene el susto encima: ¿que hacer con cruces y minaretes?

Probablemente, lo sensato fuera creer que hagan lo que quieran siempre que se lo paguen ellos y se lo hagan en ámbitos privados e íntimos. O sea al margen de la esfera pública, de su financiación.

El periódico de Benedicto no ha tardado en reconocer su contrariedad. Sin minaretes no hay libertad religiosa ya que “los minaretes son como los crucifijos y la religión no puede ser un hecho privado”. El tal periódico después de haber machacado el Concilio Vaticano durante décadas, cita ahora al Concilio que afirmó que era “legítimo construir edificios religiosos”. Como todo aprovecha para el convento pues ahora estamos con los los minaretes.

Uno es muy materialista para este asunto filosófico: el rezo para el que se lo pague. Lo que fastidia es que sean iglesias o minaretes, los acabemos pagando de Hacienda. Un poquito de laicismo y, seguro, fascistones, vaticanistas, xenófobos y los del minarete se lo hubieran pensado mejor. Desde luego si hay que pagar iglesias, pues a repartir y a pagar minaretes, templos budistas y cosas similares.