“Que la chupen; que la sigan chupando”. Nadie preguntó: ¿Qué hay que chupar?

Cuenta un amigo – antaño fui su jefe pero eso puntúa menos- que uno de sus colegas (también apreciado) al que, por cierto, conoció en aquel viejo trabajo le reprendió por acudir al fútbol con americana (chaqueta que no chica).

Yo también solía hacerlo hasta que se pasó de la reprensión a la amenaza. Es cierto que donde uno va es como ir a la ópera pero lo suyo, ya se sabe, es hacerse el machote: o sea, cazadora, bufanda y, en todo caso, (para lograr la excelencia forofa) la camiseta del equipo.

Como decía Saint Exupery, “he aprendido lo mejor del ser humano en un campo de futbol” (tengo más citas recopiladas de cuando declararse futbolista y futbolero no era de “prestige” entre la progresía - puedo contar, para reconciliarme con lo más extremo del espectro, como el Che le “atajó un penal” a otro guerrillero en algún campo Boliviano-).

Además, he visto, como mi recomendado amigo, leedle, leedle, notables versos en forma de pases, goles o lujosas combinaciones con la bola. Entre mis versos presenciados no se encontraba Maradona al que le reconozco haber sido un excelente pelotero, aunque un poco canalla – los ingleses serían menos suaves pero ya se sabe lo exquisitos que se ponen estos cuando la “pirula” no la hacen ellos-. Ved el golito con la mano donde Alfonso Roldán.

Pues bien, el futbolero canalla, pasado por infinitas vicisitudes, siempre en la raya de casi todo, ha devenido en entrenador. Ayer, para celebrar su clasificación para el Mundial y enojado con los periodistas argentinos, declaró: “que la chupen; que la sigan chupando”. Frase, afirmo, que se convertirá en mítica en cuanto pase por los cánticos de las “barras bravas” de Boca

Los entrenadores nos han facilitado enormes perlas filosóficas: “Fútbol es Fútbol” (Bujarín); “Los primeros 90 minutos son los más importantes del partido” (Bobby Robson);"Benito Floro es un buen entrenador, pero no tiene ni zorra idea de fútbol" (Toshack). No me resisto a citar a Fontanarrosa (este no era entrenador) que supo enseguida lo que algunos no descubrimos hasta los veinte años:”tengo dos problemas para jugar al fútbol. Uno es mi pierna derecha; el otro mi pierna izquierda”. Comprenderéis que el “que la chupen” no esta a la altura de tanta enjundia.

Vengo a decir aquí que lo sorprendente, para quien no conozca el paño, es que nadie preguntó: ¿qué hay que chupar?. De lo que se deduce la raigambre fálica y machote de este noble y hermoso juego. La nueva contribución de Maradona llenará los campos del mundo y mientras la mitad nos avergonzamos, la otra mitad canturrearán el nuevo lema.

Quien necesite una explicación sobre el fenómeno puede recurrir al tomo filosófico escrito por el gran George Best "Gasté un montón de dinero en alcohol, chicas y coches rápidos. El resto simplemente lo malgasté".

Me consolaré afirmando que aprendí de joven, precisamente en un campo de fútbol, que el juego no construye carácter, sólo demuestra lo que eres.