Los hombres no somos lo que éramos: la venganza de los flojos.

No es que no se estile lo de la flor en el ojal; si he de creer al titular de un periódico que un malvado me envía, resulta que los iconos del macho moderno vienen a ser “mariquitas”, en una expresión un tanto homofóbica del periódico en cuestión.

Un antropólogo australiano de nombre Peter McAllister, ha publicado el libro del que me informan: “Manthropology, la Ciencia del inadecuado Hombre Moderno”. Al parecer, los datos obtenidos por el científico no son nada alentadores.

Cualquier chica de Neanderthal podría haber vencido a Arnold Schwarzenegger en un pulso; la metrosexualidad de David Beckham palidece al lado de la de los hombres nómadas Wodaabe de Níger que pasan un promedio de 3,1 horas al día delante de un espejo. El hombre más rápido del mundo, Usain Bolt, podría haber sido batido por un aborigen australiano que, sin zapatillas especiales ni entrenamiento, ha dejado huellas que muestran una velocidad de 37 kilómetros a la hora, sin aceleración.

Es un mal anuncio para los muchachos de la fortaleza física: los hombres eran más fuertes y más rápidos hace mucho tiempo. Dice el antropólogo, al que no le pondrán estatuas en ningún gimnasio de barrio o cuartel de cualquier clase, que “ el homo sapiens es la más lamentable cohorte masculina que ha caminado sobre el planeta”.

Los hombres de hoy no sólo somos lentos y débiles, dice McAllister, sino que tampoco aguantaríamos algunas de las técnicas como las de las indias Huicholes en México que tiraban de cadenas colgadas en los testículos de los padres, durante el parto, para que el caballero compartiera su dolor.

Ni si quiera el modernísimo postmoderno, que reparte las tareas de cuidados infantiles, alcanzaría, al parecer, a los pigmeos aka del Congo. Conocidos como los mejores padres del mundo pasaban la mayor parte de su tiempo en la crianza de sus hijos, llegando a ofrecer sus pezones a los bebés para que chuparan.

En fin, muchachos de gimnasio, tomadlo como la venganza de los que nunca levantamos pesas: lo que nos ha hecho mejores que los antiguos es el estado de derecho, la investigación científica y el conocimiento. A joderse.