Tobin or not Tobin: ¿es la cuestión?

La Unión Europea hará temblar el capitalismo en la próxima cumbre del G-20: los banqueros se quedarán sin chocolate. Que no se diga que no estamos a lo que estamos. Porque el problema es ese: que los banqueros cobran mucho. Lo que los banqueros hagan o han hecho con la pela, lo que en el mercado de las finanzas ocurra, parece no preocuparnos (menos mal que Cebrián el rojo se preocupa de nuestra economía)

Sin embargo, un enigmático comentario de mi favorito Presidente de la Comisión Europea, ya sabéis que me encanta, que exudo satisfacción por su nombramiento, me ha alertado. José Manuel Barroso, buscando votos progres naturalmente, dijo en relación con la tasa Tobin: “si es global, la apoyo”. Qué putada: si lo apoya Barroso ya no hay nada que hacer.

Un impuesto sobre las transacciones financieras es la respuesta al movimiento especulativo de capitales; un impuesto que grava cualquier cambio de divisas y que estaría destinado a la financiación del desarrollo. Una idea tan moderna, tan moderna, que viene de 1971, cuando Nixon – aquel gran hombre, y vosotros quejándoos de Bush- decidió acabar con el patrón oro. Una forma de poner arena en los engranajes de la especulación, en palabras del propio Tobin.

La cosa es que la derecha y los liberales, dispuestos a que no concluya su ataque literario de capitalismo moral han empezado a manosear la tasa Tobin. Ha empezado Sarcozy en la reunión de la OIT, continuado Barroso y cualquier día opina Rato sobre el asunto o Leire lo propone para sus encuentros planetarios, en cuanto se libere de la cosa de Benidorm (es gratis y queda rojillo).

Es cierto que Alemanes, Franceses e Ingleses no verían con malos ojos cualquier tipo de tasa o impuesto que les permitiera impedir que capitales foráneos orientaran la locomotora en dirección distinta a la que los tres países desean. 

Es decir o se invierte en ellos o no se invierte, en versión solidaria que todo el mundo conoce. Ahora, tras la crisis y el ataque que les ha dado de capitalismo moral, lo llaman de otra manera: “penalizar las finanzas socialmente inútiles  mediante una tasa indolora (0,005%)” - notad la elegancia del lenguaje, pandilla zafios-.

En Pittsburgh (G-20), los europeos sólo se dedicarán a poner verde a los banqueros; cuando vuelvan a casa ya les pasan pasta para compensar el mal trago. También tendrán algún ataque de moralidad anti - especulación del tipo: si todo el mundo quisiera…O sea, que no.

Lo que venía yo a decir, que me distraigo, es que en estos momentos en que el liberalismo se bate en retirada, y que hasta los reaccionarios descubren el valor de los impuestos, ¿porque no poner tasa a las finanzas en vez de a los consumos? (Ya me estoy pasando y acabo coincidiendo con Cebrián y el comunismo rampante).