Barrio rojo en Barcelona: no confundirse, hablamos de prostitución.

Como Amsterdam, ha sugerido el diputado Herrera que quiere la regulación e la prostitución. Un barrio donde pueda ejercerse, con garantías, el pecador comercio que se enreda en los callejones del centro de las ciudades y del gótico barcelonés, en particular.

Naturalmente, son muchas las razones que explican el deterioro del centro de Barcelona que, por cierto, no es de hoy. Por supuesto, esta es una sugerencia españolista y reaccionaria en la que no convenía creer, hacerse eco o difundir so pena de ser catalogado de enemigo de la “ciutat”.

Ha bastado una foto de sexo mercenario en La Boquería, publicada en el faro y guía de occidente (ese que hoy mismo editaba un montón de anuncios sobre prostitución) para que unos y otros se hayan puesto a reflexionar.

Mientras el Conseller Saura enviaba a los Mossos a reprimir tamaña circunstancia (por lo visto él y el Alcalde también se han enterado por la foto), junto a policía nacional –española, digo- y municipal (una entente deplorable para la izquierda catalana imagino), el Diputado Hererra, que al parecer quiere ser Cap en lugar del Cap, ha propuesto la regulación de la prostitución barcelonesa.

Probablemente, Herrera tiene buena parte de razón, aunque convendría saber de que modo se conviene la opinión de gobierno del ecosocialismo catalán porque la cosa empieza a sonar a doble moral que te cagas. Pasó con los estudiantes y Bolonia y hoy con la prostitución: unos predican y el otro manda las fuerzas del orden (cosa naturalmente progresista porque estas fuerzas hablan catalán y son enviadas por la izquierda).

Sospecho que la regulación necesaria no deba seguir el modelo de Ámsterdam. Su origen es antiguo y sería hoy imposible. Ubicar una zona “roja” en un barrio urbano, en una zona “menos central, menos visible y menos representativa” no sólo provocará revueltas airadas en el lugar elegido (naturalmente Herrera se ha abstenido de decir donde) sino que desmiente la tradicional forma de construir ciudad de la izquierda.

La izquierda local ha reclamado siempre en España (y en Catalunya antes que en ninguna otra parte) que cada zona tenga su centralidad, su imagen, su icono, su espacio de calidad y todo lo de representativo que reclama el centro (Jordi Borja nos lo enseñó).

Así que, además de coordinarse, la reflexión de los verdes debiera acompañar una idea de regulación que en mi opinión sólo puede pasar por construir modelos difusos que, además, impedirían la concentración de mafias y grupos de interés asociados a las concentraciones urbanas de este tipo.