FEBRERO

Para Liber, Itziar y demás damnificados y damnificadas

Todos los años, tras enero, acaece Febrero. Febrero no llega, no transcurre, no se consume. Febrero, como ocurrirá cerca del próximo solsticio, no es como los otros meses: no es fungible. Febrero no es tiempo; es una corrosión enfermiza del carácter.

Febrero no se ordena en días de afanes y días feriados; no empieza en el uno ni concluye en esa rara fecha que ajusta despropósitos cosmológicos. Febrero ordena sus hitos según las órdenes de peculiares dioses con no menos peculiares nombres:“cabrón”;“asitecaigasporlasescaleras”, “andaquetepinchenlasruedas”.

Febrero cae y nuestra vida se transmuta. Los espacios vitales se reducen; se llenan de silencio los salones; las comidas, antes reflejo de hábitos saludables, desaparecen; las pitanzas, ayer manjar de dioses, son hoy un “vaya asco”. "Cocacolas", cafés y demás “espídicos” brebajes sustituyen a los vinos y los calditos de enero. El lenguaje, fruto de años de evolución, retorna al atávico gruñido de caverna, que al no ser código, no significa siempre lo mismo.

Febrero es contagio. Maduros y solventes amigos se mimetizan con los hábitos de nuestra casa. Abandonan calles y tabernas, se recluyen, embutidos durante horas en pijamas y franelas; las melenas habitualmente esculpidas se enredan, crecen las barbas. Por correo electrónico, por mensajería, desde el cuarto de al lado o del otro extremo de la ciudad, llegan extraños gritos de socorro: “Juan haz un resumen”.

El resumen sustituye al concepto; la lectura del folio breve al conocimiento acumulado. La verdad es un algoritmo más complejo que el de Google: “Menganita”. Menganita se apodera, durante Febrero, de la telefonía, la mensajería instantánea y el sentido común. Por ausente de razón que parezca “así dice Menganita que se explico el pasado año y así será”.

Febrero acontece y yo soy el testigo que Borges buscaba en su desierto, cuando la aurora acontecía.

Febrero se convoca en algún momento entre el año nuevo chino y carnaval. Febrero, como ocurrirá cerca del próximo solsticio, se disfraza. Un año viene embalado en códigos administrativos; al siguiente, adopta forma cuadrática o matricial. Será, después, nube de puntos ordenada por un tal Lorenz o vestirá de una nueva forma de “management”.

Quién lo probó lo sabe y ha adivinado de qué hablo. Quién no adivinó que lo sepa: ellas, las más bellas, la madre y la hija, se examinan…y yo con ellas, naturalmente. Este viernes y sábado nos ha ido regular. “Pero aunque saque un uno voy a revisión y le digo cuatro cosas a ese, esa…”.

También, Jorge; también, Ruben; también, Toni; también Montse, también Eva o Bea o Raquel… acontece Febrero y alguien lo sabe; os lo juro.