Aldea global o chalecitos individuales (hipotecados, claro).

No vivimos en una aldea global sino en chalecitos individuales”. Esto lo escribió Manuel Castells. Ha bastado un golpe de crisis global, producida por los campeones de la globalización, para que descubramos que todo el mundo se dedica a fortificar sus hipotecados chalecitos.

En USA, hacen lo de siempre en las crisis: encerrarse en sí mismos, mientras prometen resolver (a medias) los desaguisados globales por ellos mismos creados. Resultado: el Plan de estímulo a debate en el Congreso incluye la cláusula “compre americano”.

Este del repliegue americano sería, como siempre, estupendo tiempo para que se inventara otra moneda de reserva y se consolidara el multipolarismo. Pero no preocuparse por el riesgo: Europa se ha ido hace rato.

En Inglaterra, Italia, Alemania, España, Francia se sugieren ideas proteccionistas mientras oficialmente se riñe a los americanos. Ya tenemos a todo el mundo en el chalecito y ¿quién dijo globalización? En Arganda, siempre pioneros de las ideas avanzadas ya hemos visto la primera pintada “trabajos españoles; rumanos no”.

Hay una razón técnica y otra política para justificarlo. La técnica es que, si consumimos importaciones o trabajo externo, venimos a creer que otros gorrones se aprovechan de nuestras políticas expansivas. La política es buscar la complicidad contra la crisis de los grupos de presión que, por cierto, cuando más ineficaces más presionan.

Si la situación se prolonga se ampliarán las producciones con desventaja comparativa; engordarán los grupos de presión y se arruinarán las posibilidades de comercio con países atrasados.

Lo sorprendente es que la gente del común se apunte a encerrarse en el chalecito, consumir lo propio o expulsar inmigrantes. Siempre me ha parecido conmovedora la energía con que los pobres se preocupan del porvenir de sus ricos.

No os dejéis engañar: si les dejamos que recuperen dineros con el chalecito no nos devolverán lo que nos deben y, cuando vuelvan al casino, tendremos aldea global, especuladora y salvaje.

En España, lo del proteccionismo está fastidiado, diga lo que diga el impaciente ministro proteccionista y defensor de los grupos de presión eléctricos. Aquí el producto propio a consumir son los recursos naturales (suelo o turismo) y para eso necesitamos sostenibilidad, dineros y extranjeros. O sea, que ya me diréis.