…al periodismo de calidad

Me paso al periodismo de calidad. Os lo aviso. Para envidia vuestra que creéis que la verdad es un algoritmo de Google. Lleváis tiempo diciéndome que compruebe la exactitud de mis citas; apunte los vínculos a las noticias que utilizo en mis comentarios y entrecomille frases y palabras que deben se entrecomilladas. Bobadas; periodismo ciudadano, falto de rigor y calidad.

Los editores de periódicos y los responsables de los medios serios serán los faros que guiarán mi reconversión, la vuelta al redil de la seriedad, en cuanto resuelva un problema: debo elegir el modelo.

Podéis ayudarme con alguna sugerencia aunque he recurrido a la consultoría estratégica (o sea, me he contratado a mí mismo y a mi propio equipo que para eso nos dedicamos a esto).

Y si vuestras soluciones o las mías no me gustan pediré auxilio a Don Ricardo Royo – Villanova que siendo reciente ocioso, debido a su pasión por internet que es cosa extremadamente frívola y falta de calidad, podrá suministrar ideas.

Dudo; dudo. No sé si orientarme por el modelo de calidad de La Sexta y publicar algún texto “fake” relatando, por un poner, la concesión de crédito a un parado.

Puedo optar por el modelo riguroso de “Intereconomía” y editar una lista de pederastas que me envía una vecina, naturalmente falsa y no comprobada.

También podría elegir, si me aclara alguna duda el director de ese monumento a la ética y el rigor que es Ecclesia, el modelo de los refinados insultos tipo COPE.

Pensaréis que estos modelos siendo serios y rigurosos no constituyen periodismo de culto. Bien; en ese caso, fiaré mi porvenir al faro de la ética periodística y la moral occidental. Aunque así, entre nosotros y nosotras, no acabo de ver lo de publicar anuncios de prostitución para financiar mi blog, poner a mi equipo a nombre de otra empresa, denostar a la televisión pública o llevar al juzgado a cualquier otro que se le ocurra escribir de futbol, siendo yo quien sabe de eso.

Puedo optar por el modelo alternativo. Pero viene a ser costoso: no tengo, aquí en Arganda, un vasco al que culpar de conspirar con la colonia pakistaní para mezclar el “txacoli” con el kebab, con explosivos propósitos gastronómicos.

Dudo; dudo. Creo que, de momento, me voy a quedar en esto del periodismo ciudadano y “blogueros” que carece de calidad y rigor pero me parece menos sangriento que la guerra esa de medios que maltrata periodistas, corrompe éticas y acaba con nuestra paciencia.