Davos: Reunión anual de Bomberos pirómanos.

Hasta 1971 Davos sólo era el sitio donde Thomas Mann ubicó su magnífica “montaña mágica”. Para desgracia de los amantes de la literatura, aquel año se estableció allí el Foro Económico Mundial. Reunión anual donde los poderosos, con glamour, debate, y toda la fanfarria necesaria, nos imponen a los demás su visión del mundo. Este año...también

Este año hacen juntanza con el objetivo de “dar forma al mundo después de la crisis” . Y los muy impresentables (“ellos son ímbéciles”, ya conocéis mi tesis sobradamente escrita aquí) no me han invitado a mí. Vale; esta es una nota de enojo, pero sobradamente justificado: los 2500 que allí se reunen pretenden salvar al mundo en cuatro días cuando llevan décadas destrozándolo. Yo no lo haría peor.

Bien; esta es la noticia: tras unos días de desconcierto, los lobos vuelven a guardar a las gallinas. Estará Putín, generador de estabilidad como todo el mundo sabe; el Presidente de China cuya política ha creado los excesos de liquidez en los mercados que están en los orígenes de la crisis, Ministros que han hundido sus economías antes de ponerse a salvarla (Gordon Brown) etc. Españoles no hay apenas pero es que en el mundo global pintamos poco o nada. Y banqueros, eso si: hay muchos banqueros.

Davos se llena estos días de banqueros y ejecutivos que forman parte de la élite global desde siempre, y que suelen pagar la fiesta suiza, que han aprovechado los años de dinero fácil para cimentar su poder, sus astronómicos salarios y para perder en el casino nuestro dinero. Ya recuperados, tras días de insomnio, gracias al dinero público, vienen a inspirar nuevas políticas.

Uno esperaría de esta convención anual de bomberos pirómanos algún tipo de disculpa; una contrición por las mentiras del pasado y sus funestos efectos sobre las vidas de todos nosotros y nosotras.

Pues no; entre los 2500 elegidos no reina ambiente contrito. Banqueros; fondos, capital privado ya recuperados de su aventura nacionalizadora vuelven a insistir en que no nos pasemos con un exceso de reglamentación. Que cara tiene este personal.
En fin; ignorémosles y busquemos si en Belem, los del otro mundo; los que han sufrido el fuego de los pirómanos y las mordeduras de los lobos, nos traen unas pocas de ideas para seguir confiando.
Y que los “imbéciles” sepan que si no me invitan al año que viene se van a enterar.