5 de
octubre de 2017. ED
Nadie
más casta que el tal Jordi Sánchez. Y nadie más “pato cojo” que Puigdemont.
El uno mandando (desde la ANC) y el otro de vocero han convertido a Cataluña en
un auténtico "activo tóxico".
Las
élites catalanas, desamparadas por el derrumbe del “tres per cent”
y convertidas en “patos cojos” sin futuro político, a causa de una
gestión de la crisis basada en la austeridad y el recorte, han decidido
reconvertirse al populismo nacionalista, antes de quedar al albur de
cualquier advenedizo de los “comunes” o de cualquier venganza ciudadana.
Nada
mejor para ocultar sus complicidades que recurrir a la vieja “rauxa”
catalana, la política de la ira, la rabia de la pequeña burguesía condenada a
la irrelevancia. Capitaneada por una “gauche divine” prejubilada y ya
irrelevante y una casta convergente en desaparición, una gente cabreada
en Barcelona y algún que otro municipio del cinturón metropolitano ha logrado silenciar
a la mayoría de los catalanes y conducir a su tierra a un páramo inseguro.
Quienes
ahora se escandalizan desde los medios de la nueva época - acusados de
fascistas - debieron saber que el populismo por ellos financiado no se
limitaría a forzar una debilidad de estado en la que medrarían sus influencias
y negocios de nuevo tipo, que ahora pondrán en manos de algún chino
En
un hilarante titular, un periódico independentista decía que “la bolsa española
premia a las empresas que abandonan Catalunya”. Es el capitalismo estúpidos,
es el capitalismo. No serán españoles los inversores que abandonan los
fondos de los que ya no eran bancos catalanes, y son de los que hicieron la
huelga patriótica los que caminan a las notarías a cambiar su sede social.
¡Qué
bonito fue pasear por las alamedas con los capitalistas, inversores y
ahorradores defendiendo la patria, mientras ellos sacaban sus dineros y
amenazaban vuestro empleo!
“Al
dinero no le gusta el ruido” o “el capital no tiene patria”; podéis elegir
alegres muchachos y muchachas entre la consigna neoliberal o el grito
anticapitalista, para ocultar el “fake” de todos los discursos
económicos.
El
caso es que una manada de “patos cojos” ha llevado a Cataluña a ser un
“activo tóxico” En política se llama “pato cojo” a quienes carecen de
futuro político, sea por decisión o por mandato legal. Hay abundantes en
Cataluña que serán barridos. Entre ellos y ellas, todos los que han defendido
su patrimonio pidiendo una limosnita para pagar su multa o dimitiendo para que
no se la pongan, mientras han dejado el patrimonio de los demás en el alero.
Ellos
y ellas, capaces de cargarse hoteles turísticos, empresas, sedes bancarias o
Agencias Europeas han llenado a una parte de su pueblo de una rabia infame
y ha llevado a la otra a una tristeza próxima al abandono.
Sí;
España sufrirá. Pagaremos más por nuestras deuda y retrasaremos un par de años
nuestra recuperación. Pero Cataluña se despertará fallida, con los
capitales huyendo a terreno europeo.
Quienes
hablaban de transiciones a la inglesa, mintieron. Cataluña no tiene City, ni
mercados exteriores, salvo España. Las dos infraestructuras más relevantes, el
puerto y el aeropuerto serán españolas y nadie reconocerá otra propiedad.
Bastará
un gesto de Montoro para que las multinacionales de la estiba – que tampoco
tienen patria- abandonen a los aguerridos y excelentemente pagados estibadores
y sus amarillos sindicatos, para descargar en Valencia o Algeciras.
Todo
estaba atado y bien atado. Lástima que en un mundo global, las ilegales leyes
de los “patos cojos” no frenen el flujo de capitales. Vamos, convocad a los
catalanes a que saquen sus ahorros del Sabadell y la Caixa, que los pongan en
la hucha.
La
“rauxa” es lo que tiene: produce dolor y destroza un país.
Sí;
España sufrirá: un dieciséis por ciento de su PIB es ya tóxico. Pero los que
viven de ese PIB corren un serio riesgo. Y uno no se alegra. Espera que los
“patos cojos” abandonen y que la casta reconvertida desaparezca. Una mañana de
revolución está apunto de dejaros sin setos en los que cobijaros. Tened
cuidado, la “rauxa” rebota siempre.