Entre los que cantan y quienes
no recuerdan, nos queda el fuego amigo y el maniobrerismo político. Los
candidatos y candidatas a ser denunciados o denunciadas y los que buscan
la salvación, a toda costa, se
observan en un silencio que suena a cuchillos.
Quédense con la etiqueta: “el beneficio del delator”. El
Juez Velasco, antiguo
director general de Justicia en Valencia, instructor de todas las dudas que le
llegan a la UCO y autor de un libro reciente que presentó, solo casualidad,
ayer, día de uno de sus más famosos autos, ha puesto de moda la expresión.
El primero que parece haberse
apuntado es Granados, algo
cansado de que nadie le saque del trullo al que le llevo su desmedida
ambición. OHL ha sido
la primera pagana pero no descarten que los apuntes manuales llenos de arabescos
e incomprensibles signos, acaben siendo descifrados por buen número de
chivatos, ansiosos de beneficios.
Aquel “vosotros no sabéis” (voi non
sapete) que nos contara en una ocasión Camillieri se va a convertir en un
peregrinaje ante el juez. Ni formaciones políticas, ni medios de comunicación,
ni tramabuses: son los delatores los nuevos protagonistas.
Hay quien debe vivir de
publicitar lo que ya sabemos, subirse a un autobús a contar a la gente de la
prensa lo que ellos mismos han escrito. . Cualquier impacto publicitario ha de
responder a dos criterios: ser coherente con el marco de pensamiento de quien
recepciona y coincidir con la agenda política.
Lejos
tanto de lo que se sabe como de la agenda, el tramabús acaba siendo un chiste a
deshora. Hay algo de justicia poética en el hecho de que no sea Inda el primer
periodista “entramado” sino un accionista de La sexta.
El número de cantantes
potenciales es, prácticamente, el mismo que el de desmemoriados y desmemoriadas
que no recuerdan conocer a colaboradores
venales o algunas de sus prácticas.
Entre unas y otras estrellas del
panorama mediático no faltan los que acumulan viejas venganzas pendientes o
destilan ambiciones futuras. Esos y esas que filtran, informan, sugieren, dan pistas y te pasan por la pena del
telediario en un pispás. Crece el fuego amigo que amenaza con
vaciar restaurantes, cerrar guasap o sumir en silencio las conversaciones en
cualquier palacio.
En el tan vergonzoso como
tedioso e inacabable asunto de la corrupción institucional pero también
empresarial, la mejor expresión del casino en el que se convirtió la burbuja,
florecen una notable cantidad de personajes de reparto siempre dispuestos a
obtener réditos de la memoria del saqueo.
Es bastante sorprendente que
ninguna fuerza de oposición de las ahora existentes puedan rentabilizar nada o
decir yo ya lo dije, en este par
de días que han conmovido a Madrid. Porque no estaban o porque no
detectaron nada de nada.
La agenda judicial parece
inacabable, los años del abuso se nos harán eternos. Los cantantes, los que
ignoran y el fuego amigo nos ofrecerán, sin duda, un nuevo frente de
comentarios.
Al igual que los que cantan en
Cataluña, a cuenta del tres por
ciento, están desvelando a algunos de los protagonistas, los delatores
nos pondrán, sin duda ante el espejo de una dinámica empresarial no muy
competitiva pero si amiga de favores.
Entre los que cantan y quienes
no recuerdan, junto al fuego amigo, seremos testigos de innumerables maniobras
políticas. Es más sencillo pedir una imposible moción de censura o gritar
regeneración en los balcones que generar alternativas políticas que hagan imposible el pasado
interminable.
No se vayan, el circo no ha
terminado.