Sin Trump, sin ingleses y casi sin izquierda, pero con Macron


Francia ha vuelto. Una generación de europeos y europeas – singularmente la que vivió el ingreso español- ha conocido una Europa con Mitterrand y el recientemente fallecido Khol, que sumaron con González y Delors un notable liderazgo.
Europa espera el regreso del mesías francés correspondiente, desde que perdiera a François Mitterrand en 1995. En vísperas de la cumbre que se celebra en Bruselas, The Economist, le ha calificado como "el salvador de Europa”.
En un montaje espectacular del semanario inglés, Macron, sonriente, camina sobre el agua, mientras Theresa May se ahoga tras él (sólo sus zapatos emergen). La “macromanía” se ha apoderado de Europa de forma casi equivalente al momento d Mitterrand-Kohl-Delors-González. Los pueblos, sin embargo, aun no han percibido ese optimismo.
Al tiempo, en pocos meses, el Brexit y el nacionalismo de Trump, han dado un giro completo a la estrategia Europea. El vínculo atlántico se desvanece y la energía se concentra en el continente
Macron coincide con una serie de datos que lo colocan en el momento menos sombrío de la situación europea de los últimos años: datos económicos favorables, olas populistas derrotadas seriamente en Austria, Holanda, Francia o Italia. Y, sobre todo, Europa parece ansiar un líder no alemán.
La presión alemana sobre Europa, especialmente sobre su periferia, ha tenido mucho que ver con el soberanismo francés de Sarcozy y Hollande y con la debilidad hispanoitaliana.
Al tiempo, en pocos meses, el Brexit y el nacionalismo de Trump, han dado un giro completo a la estrategia Europea. El vínculo atlántico se desvanece y la energía se concentra en el continente. Globalización, cambio climático, refugiadosdefensa europea, son políticas que tanto en la Unión como en las reuniones del G-20 pueden impulsarse, con apoyo de China, aislando a Trump e Ingleses.
No es descartable que a cambio de echar una mano al europeísmo, la Unión Europea coopere en las reformas francesas que necesariamente debe emprender Macron. Hablando más claro: que la Unión no será muy estricta, por mucho que los alemanes tuerzan el morro, con las exigencias presupuestarias a Francia, tan lejos del 3% de déficit como España, por un poner.
A cambio Paris apoyará el objetivo de la Comisión de crear una defensa europea, que permita a Paris incorporar sus gastos militares y aliviar el presupuesto. Merkel parece haber entendido que es hora de abrir algo la mano, si quiere salvar el proyecto europeo, y Macron le está dando una oportunidad de oro.
Después de las elecciones, naturalmente, los alemanes están dispuestos a reflexionar sobre un comisario de finanzas común y con políticas fiscales comunes – es decir, al famosa mutualización de deudas y riesgos.
Pero Berlín y Paris solos no pueden. Resuelto, por la vía dura el excepticismo inglés, queda el centro europeo. Aquí debe Macron aplicarse, dado los reiterados fracasos de Bruselas y Alemania para atraer su solidaridad, especialmente en el terreno de los refugiados.
Europa parece dispuesta a cambiar rápidamente, en un contexto de reforzamiento de ideas europeístas, pero liberales. La ausencia de la izquierda tradicional, el retroceso de las propuestas de cohesión, constituye, igualmente,una novedad en el contexto político europeo.
La posición de los socialistas españoles, sus dudas sobre las posiciones globalizadoras con reglas que, hasta ahora, había definido a la socialdemocracia, por presiones de la izquierda más populista es un ejemplo de ese abandono.

En fin, sin Trump, sin ingleses y con poca izaquierda, Europa no parece querer pararse.