El Congreso hace un “exit” con los estibadores… malditos controladores

Nada como un escañito para brindarle al sol. Los que ayer reclamaban el cumplimiento de la ley, hoy se la saltan. Los que ayer reclamaban que no se cumpla la ley, hoy la incumplen. Y todos y todas contentos.
No hay duda de que el asunto de los estibadores (lo pongo en masculino, porque chicas no hay) es un conflicto laboral, disfrazado de adaptación legal. Desde la edad media, los trabajadores portuarios han tratado de defenderse de la voracidad de los consignatarios. El gremio devino en corporativismo, y así andamos.
Las oligarquías locales, acompañadas ahora por fondos de inversión, grandes corporaciones y multinacionales, se han convertido en grupos de presión que, lobista va, lobista viene, han logrado forzar, tras años de esfuerzo, una sentencia europea que pone patas arriba la forma de funcionar de los puertos españoles.
La sentencia señala como ilegal el corporativismo en la contratación laboral. Es a lo que el Congreso ha dicho que no.
El gobierno negoció mal y tarde. Pero la oposición mantiene las insostenibles líneas rojas de los estibadores: el registro de trabajadores – forma de control de la contratación- y plazos de adaptación de siete años. Ambas incompatibles con una legislación que España debe cumplir, si o si, bajo pena de multa.
El Congreso se ha hecho un “exit” porque nos gusta la justicia a la carta.  Y luego, ya pagamos impuestos para financiar mercados laborales cautivos, eso si, tras haber intentado mandar a la cárcel a unos cuantos controladores aéreos. Pero claro, los controladores son pijos, no llevan mono, y caen mal a las izquierdas fetén, feten.
En suma, el Congreso se ha hecho un “exit” que, viniendo de quienes suelen reivindicar el tribunal europeo, solo demuestra que aquí se acatan sentencias si nos conviene. Genial tribunal si sanciona hipotecas; deleznable, si sanciona mercados laborales cautivos. Justicia a la carta.
Imaginen Ustedes que el Congreso hubiera decidido no cumplir la sentencia de las cláusulas suelo. Las tramas, el Ibex35, la justicia y todo el universo hubieran sido invocadas y se hubiera inflamado el cielo.
Un “exit” que pagará la ciudadanía en forma de multa. Aunque si hay decreto gubernativo, también pagaremos, librando a las empresas de pagar indemnizaciones o prejubilaciones. Grande.
Es un hecho objetivo que los estibadores disponen de un mercado cautivo y un régimen laboral corporativo y gremial, de los que carecen el resto de trabajadores y trabajadoras españoles, que nunca tuvieron una ley a medida.
El “exit” del Congreso no es sino una suma de contaminación populista, desprecio europeo e incapacidad negociadora. Todos y todas sabemos que Ciudadanos y PSOE acabaran dando la vuelta, al mínimo pretexto negociador que encuentren. Y nos haremos unas risas.
Cuando Garicano y compañía vengan a hablarnos de exceso de regulaciones y de competencia; cuando los socialistas recuperen su socialismo liberal y el europeismo, nos haremos unas risas.
En definitiva, un favor a los que desprecian Europa y, sospecho, que por un puñado de votos que nunca tendrán.

Cierto que los conflictos laborales se resuelven con concertación, y que la negociación es necesaria. Pero es mentir a los trabajadores y trabajadoras afirmar que las imposibles líneas rojas se mantendrán. Luego vendrán las frustraciones. Tranquilos, Garicano y su peña, el PSOE y Podemos pagan la ronda, digo.