Que Tsipras sea Tsipras

Lo confieso: no se lo que es “hacerse un Tsipras”. Sin embargo, uno de los predicadores de un laboratorio de ideas socialista que ni los socialistas escuchan, no deja de repetirlo desde que Syriza volvió a ganar las elecciones.

Hay dos clases de políticos que han llamado traidor a Tsipras. La izquierda que no quiere gobernar y desea sacar a Grecia y al resto de Europa del euro, y los viejos socialdemócratas transformados en defensores radicales de los memorándum.

Hacerse un Tsipras significa, al parecer, enredar en las negociaciones. Eso si, mientras los lideres de la cosa socialdemócrata internacional, sean Renzi u Hollande, abandonan al colega de la izquierda ante los leones.

Al parecer, hacerse un Tsipras es no pactar con el PASOK griego, partido al que solo los viejos socialdemócratas y los más viejos eurocomunistas recuerdan. No hay reproches, al parecer, sobre la ausencia de mujeres en el gobierno, pero un laboratorio de modernísimo pensamiento en el que de once personas en el equipo delegado solo hay dos mujeres no está para estas minucias.

Tsipras, aviso a predicadores, hará de Tsipras. Es decir, se encargará de gobernar el tercer rescate. En su dimensión dramática; en su dimensión humanitaria y en la negociación de la reestructuración de deuda que podrá ayudar a mejorar las aplicaciones sociales del rescate, reduciendo la necesidad de déficits primarios.

No es la primera vez que los pueblos eligen a la izquierda para gobernar el sacrificio: aspiran al reparto de cargas. Eso deberían saberlo los viejos socialdemócratas españoles que gobernaron las épocas de sufrimiento y le pasaron a la derecha las épocas de exuberancia.

Grecia no fue, ni siquiera cuando se empeñaba el “político bailarín” (la expresión es de Kundera) de Varoufakis, una bomba en el culo de Europa. Y no lo será en el futuro. Tsipras deberá cumplir, faltaría más, sus compromisos pero dispondrá de margen una vez que los griegos y griegas han decidido mantenerse en la moneda única.

La pena es que el gobierno de Syriza no parece que vaya a ser acompañado por la recuperación de una nueva política de la izquierda europea, una alternativa a la austeridad letal que no sea la que Draghi, el más serio de los burócratas  europeos, alienta.

Las “QE para la gente” (recursos en bonos para inversiones públicas) de Corbin, como la historia de rescatar personas de IU (antes de que a Garzón se le apareciera San Pablo), es un simple lema pero no una política económica pública, coordinada, a nivel europeo. A todos (Corbin, Garzón y Pablo) les gustaría estar fuera del euro y jugar a pagar déficit y deuda con moneda de banco propia.

La respuesta a ese déficit que los laboratorios de ideas de viejos socialdemócratas no son capaces de cubrir y que, por supuesto, los viejos comunistas que no quieren gobernar si han cubierto con su huera retórica, es, la que se le pide a Tsipras.

Es lo que hay. Yo solo espero que Tsipras haga de Tsipras y que los griegos y griegas no sufran mucho. Mientras tanto, prediquemos sobre la maldad de Tsipras, compitiendo con la derecha, los laboratorios de ideas de la penúltima socialdemocracia siempre tienen ideas para competir con la derecha.